EN EL MARCO de la actividad Días del Aire se realizó la inauguración oficial de las obras en el Cerro El Volador. La gente se dejó seducir por este espacio natural, que cuenta con sendero peatonal, miradores y sillas para divisar.
Una jornada de familias, de perros engalanados, de bicicletas, de niños, de raspado y salpicón, de cometas, de tenis, de caminata, de sol... de respirar profundo.
Una mañana de verano que nadie se creía, por lo menos entre tanto aguacero, fue la que recibió a los visitantes que llegaron sudando por la loma de ingreso al cerro El Volador, al que muchos se animaron a ir para presenciar su inauguración y para ver de cerca los cambios que le hicieron.
"Enamoradísimos estamos", contó Mónica Arias, que se fue con su esposo, sus dos hijos y su pincher, Muñeca. Llevaban más de seis meses sin recorrerlo y se maravillaron con lo que se encontraron, sobre todo, con el hecho de que se le regale este espacio a la ciudad.
La actividad Días del Aire, que usualmente se hace en Ciudad del Río, se trasladó ayer para El Volador y eso movió a varios a acercarse. Así que desde las 8 de la mañana comenzaron los talleres, el yoga y los recorridos.
Una campanilla fue abriendo vía para una caravana de Encicla, un grupo que quiso irse por el cerro en las bicicletas públicas. Atentos a todo lo que ocurriera, estaban los Amigos del Cerro, que se sentían los anfitriones. En su grupo ya se cuentan unos 25.
Con sus camisetas blancas se hicieron en una sombrita, verificando que nadie dañaran los árboles que ellos han venido sembrando. "Todos los días venimos. Esos arbolitos son nuestra responsabilidad", dijo Elena Montoya.
Ahora que las visitas irán en aumento, insistieron en algo: hay que cuidarlo, "para que se cumplan los deseos que tenemos para él y para que las futuras generaciones también puedan conocerlo", aseguró Ómar Ortiz.
Y Flor Ortega le complementó que El Volador es su finca, por eso se la caminan desde las 6:00 de la mañana y terminan con un "café conversado" en uno de los miradores para ver el despertar de la ciudad.
Mucho para disfrutar
Sobre las once de la mañana comenzó la inauguración oficial de las obras del Cerro El Volador con los funcionarios de la Alcaldía de Medellín y del Área Metropolitana.
Algunos se quedaron en la tarima principal, pero otros se desviaron para adentrarse en el sendero peatonal que guarda en su interior cinco miradores. De todas formas, tenían 119 hectáreas a su disposición para gozar.
Antes de empezar a caminar, no cayó mal una sandía o un guarapo, una conversación en la sombra de un arbusto y una pausa para echarse bloqueador solar.
"Es espectacular. Hace rato no veníamos, pero nos enteramos de las obras y ya nos planillamos para venir en las vacaciones", comentó Álvaro González.
Pepe, un labrador, se saludó con otro y ladró porque sus dueños se lo llevaron. Las frentes sudorosas obligaron a varios a parar en los bebederos para refrescarse con un buen chorro de agua.
En el sendero hay desvíos para seguir otras rutas. Después de pasar el altar de una virgen, 65 escalones conducen a uno de los puntos más altos del cerro. Desde allí, partieron las cometas que se fueron estirando poco, porque no había mucho viento.
La vista de 360 grados de la ciudad tenía deslumbrados a muchos. Otros, más racionales, aprovecharon ese espacio para hacer sus reflexiones y sugerencias: faltan canecas de basura, que los perros bravos vayan con bozal, que se terminen los detalles que quedaron pendientes como la pavimentación de la vía, que no se descuide la vigilancia y que se haga una campaña para que la gente acuda, pero cuidándolo.
"Este sitio es una chimbita, y no me vayan a censurar esta palabra, que es bien paisa. Solo me parece que se demoraron para reconocer este espacio de la ciudad", afirmó Margarita Pérez.
Una brisa llegó como un regalo para refrescar. Una mariposa en tonos naranja voló muy cerca de las cabezas y se escucharon unos pájaros que hicieron subir la vista al cielo, aún azul, en el que ya había unas cometas.
Un año de trabajos y 8.900 millones invertidos en el Cerro El Volador: un sendero de 1.680 metros que ayer recorrieron a paso lento los que se degustaron el paseo, los que se conectaron con la naturaleza, los que miraron con calma a Medellín y los que se declararon "conquistados" por El Volador.