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10 años del secuestro de Gaviria y Echeverri

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Hace una década secuestraron a Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri.
Faltaban unos kilómetros para llegar a Caicedo. La promesa de alias "el Paisa", comandante de las Farc, era que ahí hablaría de paz, de noviolencia, con el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa , y con algunos de sus asesores, entre ellos, Gilberto Echeverri . Era el quinto día de la marcha por la paz del municipio. Era domingo 21 de febrero de 2002.

Guillermo era un fiel devoto de la Virgen, un católico de tradición. Así que en ese momento iniciaron, junto con los mil marchantes, el coro de un rosario, una forma de entregarle a la Providencia los diálogos de lo incierto.

Horas antes, recuerda Luis Javier Botero , quien en ese momento era asesor de noviolencia de la Gobernación, el jefe guerrillero había dicho que en ese punto se encontrarían para hablar y el mandatario debía estar acompañado de Gilberto Echeverri . Gaviria sumó a la misión al arzobispo de Santa Fe de Antioquia, Igancio Gómez Aristizábal ; al capellán de la Gobernación, Carlos Yepes , y a un representante internacional, el compañero de lucha de Martín Luther King, Bernard Lafayette.

La marcha la detuvo un emisario que llegó en moto, justo antes de una curva, recuerda Yolanda Pinto , esposa de Guillermo Gaviria . "Íbamos tomados de la mano".

Después de recibir las órdenes del guerrillero, el Gobernador abrazó y besó a su esposa y le dijo: "Amor, quédate al frente de la marcha. Recen el rosario, entonen el himno de Antioquia y de Colombia. Yo regreso pronto". Pero tras la curva no se volvieron a ver. "Desafortunadamente nunca regresó. Nunca volvió. Ese fue el último momento que lo tuve en mis brazos".

Subieron en carros de la gobernación por la carretera que lleva a la vereda Anocosca. Ese sería el punto de encuentro con alias "el Paisa".

Cuenta el sacerdote Carlos Yepes , que después de unos quince minutos a buen paso, cuando ya terminaba la carretera, se encontraron con el jefe guerrillero que venía por el camino que conduce a la vereda La García.

Recuerda que el mismo Guillermo le dijo al comandante "que llegaba hasta él como un hombre de paz, dispuesto a hablar, a negociar". Preocupado le manifestó que Antioquia no podía seguir aportando la tercera parte de los muertos por el conflicto.

Pero esas palabras fueron desoídas, porque "el Paisa" lo interrumpió para decirle que por orden del Secretariado quedaban retenidos. Y, aunque eso pudo derrumbar la fe de muchos hombres, el Gobernador insistió -advierte el sacerdote- al guerrillero que hablaran, pero en su papel de comandante que también cumple órdenes, se mantuvo firme en la decisión.

Guillermo le dijo que si no negociaban de ahí no se movía, porque era lo prometido, y el "Paisa" no le dio cabida y convocó a la guerra. "Aquí no hay nada que dialogar, y le dijo a sus muchachos que cargaran los fusiles. En ese momento nosotros, al escuchar el traquido de las armas, no tuvimos más opción que obedecer", comenta Yepes.

Dos decisiones se tomaron en ese momento, recuerda Luis Javier Botero , que a esa hora, siendo más de las cinco de la tarde, seguía parado en el puente de El Vaho; se iban a llevar a Lafayette, pero, después de mucho pensarlo, más por miedo que por otra cosa, decidieron dejarlo libre. También se llevarían al arzobispo de Santa Fe de Antioquia, pero Carlos Yepes pidió que no lo hicieran, que él se ofrecía en canje. Así fue.

Lafayette y el Arzobispo llegarían a las 7 de la noche a El Vaho, cuenta Luis Javier, para decirles que se devolvieran, que el Gobernador, el asesor y el sacerdote habían sido plagiados. Llegaron a Santa Fe de Antioquia a eso de la medianoche, "con ese sinsabor".

Para Guillermo, Gilberto y Carlos se vendrían trece horas a lomo de mula. Serían muy pocas las palabras que se cruzarían en esa cabalgata en medio de la selva. Pasaron por el Páramo de Frontino y el Parque Nacional de las Orquídeas, hasta terminar en la vereda La Encarnación, de Urrao, en el lugar donde había estado secuestrada, lustros atrás, la madre del gobernador Gaviria.

El sacerdote fue liberado al otro día, favor que le otorga completamente a la Virgen, a quien le había dirigido letanías toda la noche. En la vereda el Sireno, de Urrao, lo entregaron después de haberse tomado una naranjada Postobón con "el Paisa", donde, tan solo en unos momentos, vio en él el hombre duro, desconfiado, resentido y lleno de dolor que había dejado la guerra.

Ya en libertad, el sacerdote habría de recordar un hecho que probó 54 semanas después cuando vio los cuerpos sin aliento de Guillermo y Gilberto en el anfiteatro. "Por radio le dijeron a los guerrilleros, esa noche del 21 de abril que cuando los pájaros pasaran por el cielo obedecieran las órdenes. Les pregunté que si esa orden era la de matarnos y ellos dijeron que sí, yo les pregunté que por qué, si nosotros no les habíamos hecho nada, pero ellos respondieron sin más, que así era la guerra".

Lo que no se esperaba
Marta Inés Pérez de Echeverri , el 6 de mayo de 2003, se había levantado muy temprano porque en la Universidad de Antioquia le iban a dar un suero antiofídico para mandarle a su esposo Gilberto y a sus compañeros de cautiverio. Llegó a casa y se puso a escribir una carta que iría con el paquete; Yolanda Pinto le había dicho que preparara algo porque tenían un contacto que les haría llegar a sus esposos el encargo. Con eso estuvo distraída.

Yolanda iba en una camioneta directo a la Gobernación, cuando en la radio escuchó que tras un fallido rescate del Ejército Nacional, las Farc habían fusilado a Guillermo Gaviria , a Gilberto Echeverri y a ocho uniformados. "Sentí enloquecer". Doña Marta se enteraría horas después, ya en la tarde, cuando el presidente del momento, Álvaro Uribe Vélez , la llamó entre sollozos para darle pésame. Es lo único que recuerda, perdió el conocimiento enseguida.

El sargento Pedro José Guarnizo , en el campamento a orillas del Atrato, sintió cuando los helicópteros sobrevolaron. Sin vacilar, los guerrilleros entraron a la improvisada garita y abrieron fuego. Él cayó con la cara sobre el suelo y se hizo el muerto. Tres disparos lo quemaron, le rozaron la piel, uno en la sien y dos en el brazo. Después, seguido del sonido intermitente de una metralla, sintió como un pie del Gobernador le dio en el cuerpo, "ese fue el estertor de la muerte".

Hechos de paz
Pedro José siempre recordaría la vez que se encontró con los dos nuevos retenidos, que llegaban desde Antioquia hasta el Chocó, después de una larga travesía, se abrazaron. En ese mundo de selva y armas tenían algo en común, la falta de libertad, lo que los convertía en una familia.

Alguna vez, cuando la convivencia en el campamento era insoportable, "porque allá uno pasa más tiempo que con la mujer", Guillermo y Gilberto, repartiendo once papeles a cada uno de los uniformados, solucionaron un problema de convivencia ilustrándoles las virtudes y los defectos de todos, "siempre con su mensaje de la noviolencia".

Allá, cuenta el Sargento, los dos se la pasaban horas escribiendo cartas que se fueron conociendo después y que recibirían Yolanda y doña Marta, donde siempre se mantuvo ese mensaje de serenidad y paz. La preocupación por los suyos y porque el cautiverio no iba a tener propósito si el Secretariado de las Farc no los escuchaba, hecho que no llegó a su vocación de realidad.

Yolanda Pinto cree que aún los colombianos no han dimensionado el papel de su esposo como gestor de paz. "Ese día estaba marchando desde el Estado, extendiéndole la mano del Gobierno a los violentos, gesto que le quedó grande a las Farc, que no supieron aprovechar".

En un futuro de paz que el sacerdote Carlos Yepes espera no esté muy lejos, habrá que recordar a Guillermo y a Gilberto como las puntas de lanza de un proyecto que tuvo fracasos por no saber los tiempos, pero que era noble y certero. "Serán recordados como profetas, como adelantados de su tiempo, que creían que se podían resolver los conflictos de manera distinta a la armada, que es la salida dolorosa".

No hay día que Yolanda no recuerde a su esposo, del que todavía añora la palabra con la que la llamaba: amor. Doña Marta no olvidará que Gilberto quería volver ese 21 de abril para acompañarla en la operación de su madre. En algo coinciden, en que la voz de los dos sigue siendo un eco del que las balas no lograron evitar la reverberación.
ANTECEDENTES
ALIAS "EL PAISA" FUE ABATIDO EN EL 2008
El 21 de septiembre de 2008, en una operación conjunta de la Fuerza Pública, fue abatido tras un bombardeo Aicardo de Jesús Agudelo Rodríguez, alias "el Paisa", quien era el tercer cabecilla del frente 34 de las Farc y jefe de la compañía Jainover Palacios. Fuentes de Inteligencia Militar lo señalaron como el guerrillero "que dio la orden de asesinar al gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa; a su asesor de Paz, Gilberto Echeverri y a ocho militares que permanecían secuestrados, tras el intento de rescate por hombres del Ejército.

Al momento de su abatimiento, alias "el Paisa", tenía 52 años y se encontraba escondido en uno de los campamentos guerrilleros localizados en zona selvática al margen del río Murry, en límites de los municipios de Murindó y Vigía del Fuerte. "El Paisa" delinquió en el norte y occidente de Antioquia.
TEXTUALMENTE
Apartes de carta desde el cautiverio abril 22/02
Guillermo Gaviria
Gobernador de Antioquia


Nos levantó la bulla del radio con noticias sobre el secuestro y las reacciones de diversas personas. Confieso que veo la muy buena voluntad de quienes claman por nuestra liberación pero lamentablemente no lo hacen en términos de aplicar la Noviolencia.

Me habría alegrado mucho escuchar que el lenguaje comienza a transformarse, este debe ser el primer paso. Sin embargo, me reconfortó mucho escuchar la voz del padre Yépez, él sí comparte mi mensaje y así lo dejó ver en sus palabras. Ayer recé el Rosario, me ayudó mucho. Tuve una conversación larga con los muchachos sobre Noviolencia. Espero poder repetirla con jefes aquí en la región y con el Secretariado. Lamento no haber dado instrucciones al padre Carlos antes de separarse pero todo fue tan rápido y la dura jornada de la noche lo impidió, así como el anonadamiento que nos produjo nuestra situación.

Me duele no poder escribirle a mi adorada Yolanda. Sufro por su sufrimiento y angustia, aunque sé que por su fortaleza pronto la impulsará a seguir luchando. El Rosario de hoy también me fortalece y reconforta. También estoy leyendo la Palabra de Dios. Veo cuán verdaderas son las palabras del padre Carlos. El Señor nuestro Dios actúa de maneras misteriosas. Estoy atento para escuchar tu mensaje, háblame Señor. Seré tu Siervo, quiero ser tu Siervo. Comencé con el capítulo 5 de Mateo. Bienaventuranzas Versículo 38 -ojo por ojo- explica la nueva justicia y lo cambia por la colocación de la otra mejilla, la esencia de la Noviolencia. Gilberto es el compañero ideal para esta jornada, sin embargo me entristece saber que está aquí por causa mía y que su familia, en especial Marta Inés, sufren por su cautiverio. Él no ha perdido ni un segundo la compostura y su sentido de humor. Ya bautizó "Picardía" y ha sido escogido el nombre con clarividencia. Hemos escuchado historias de los muchachos sus dificultades y cómo finalmente llegaron algunos a la guerrilla...

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