La red de urgencias de Medellín se fortalece en atención prehospitalaria. Sin embargo, hay un cuello de botella al buscar el ingreso de un paciente a una sala de emergencias.
Cada vida que se pierde en un accidente es una tragedia de proporciones indescriptibles para cualquier familia. Entre los seres queridos siempre queda la idea de que la atención no llegó a tiempo o de que se pudo hacer más.
Eso es comprensible.
Pero hay que decir que la red de atención de urgencias de Medellín ofrece una respuesta rápida a las situaciones críticas. Está dentro de los mejores estándares del país. Sin embargo, también hay que decir que presenta fallas y que hay aspectos por mejorar.
Así lo sienten varios de los actores involucrados en la cadena de atención. Desde el paramédico en la ambulancia, hasta el médico que los recibe en el servicio de urgencias.
El tema se resume en dos grandes problemas: Uno de trabas administrativas, negociaciones entre las entidades y resistencia a admitir pacientes, cuyos tratamientos son imposibles de cobrar.
El otro tiene que ver con la dinámica que ha mostrado el sistema de salud y que provoca que muchas personas asuman que una gripa fuerte es una urgencia, lo que lleva a una congestión en los servicios de emergencias.
Los pasos de la red
Mauricio Facio Lince, exdirector del Simpad y experto en atención de emergencias, explica que el esquema de prestación de servicio en casos de urgencia se compone de dos frentes: la atención prehospitalaria y la atención hospitalaria.
"La primera es la que brindan los paramédicos en la ambulancia, en el lugar del accidente, cuando a la persona se le aplican los primeros auxilios. Luego está la atención hospitalaria, que es el segundo componente de esa red, y es la que tiene que ver con el centro al que se remite al paciente, de acuerdo con la severidad de su lesión y la ubicación en la que se encuentre".
Facio Lince afirma que la atención prehospitalaria la manejó, hasta hace algunos años, Bomberos de Medellín, hoy la maneja la Secretaría de Salud, a través de Metrosalud.
Este experto opina que los momentos críticos en el tiempo de respuesta a estas emergencias no se viven en la prestación del servicio prehospitalario. "La atención en ambulancia tiene unos procedimientos muy claros y es raro que falle. Lo más crítico se da durante la remisión a un hospital. Generalmente la indicación de la línea de atención 123 es llevar al paciente a un centro de atención de acuerdo con la severidad de sus lesiones y la ubicación que tenga. No obstante, se sabe que hay hospitales y clínicas que no acceden fácilmente a la llegada a urgencias de un paciente grave".
El argumento es, casi siempre, que no tienen camas disponibles para atender a estos pacientes, "pero también puede ser que no quieran recibir al paciente del Soat porque el recobro de eso es un proceso largo. Admiten más fácilmente a los de prepagadas".
El doctor Camilo Botero, especialista urgentólogo, es uno de los responsables de la admisión de pacientes urgentes en la IPS Universitaria (clínica León XIII). Este médico reconoce que la admisión de personas accidentadas es relativa a su estado o a la saturación que haya en sala de urgencias.
"Si un paciente llega muy muy grave a un hospital puede que lo atiendan en urgencias, que lo estabilicen, pero seguramente no lo hospitalizan allá, a menos, eso sí, que sea de una prepagada o una EPS que tenga contrato con ese hospital".
Botero explica que al centro de atención llegan los pacientes luego de una intensa búsqueda de respuestas -vía telefónica o por radio- por parte de los paramédicos. Al fin, en las salas de urgencias pueden ocurrir varias cosas: "Que lleguen pacientes con lesiones que no son del nivel que corresponde a la institución. O con heridas muy graves, como para atención de tercer nivel de complejidad, o con lesiones muy simples, que se pueden atender en un primer nivel".
Este especialista coincide con que la atención prehospitalaria ha avanzado mucho. "Antes el paciente se accidentaba en la calle, lo montaban en un taxi y se lo llevaban a urgencias a la brava. Ya existe un personal entrenado para atender estas situaciones, ellos son tecnólogos en atención prehospitalaria, saben identificar el estado de un paciente. Ellos son muy asertivos en cuanto a dónde llevar a una víctima, incluso dentro del mismo hospital. Lo que falta es coordinar la atención prehospitalaria con la hospitalaria".
Una idea similar expone el jefe del servicio de urgencias más congestionado del departamento. El doctor Diego Duque, al frente de Policlínica, en el San Vicente, asegura que su ocupación supera el 400 por ciento y que esto hace muy compleja la atención.
"Aunque en la ciudad y en el país se ha ganado mucho, en la práctica hay muchas dificultades, que se dan por distintos factores, relacionados con la ocupación de estos servicios. Por ejemplo, hay diagnósticos crónicos que llegan al servicio de urgencias y eso ocurre porque las EPS, muchas veces, no autorizan un tratamiento o se lo prestan de forma irregular a un paciente y para esa persona la única opción es llegar a urgencias. Lo más grave es que este es el único servicio abierto, es el de tercer o cuarto nivel y aquí a la persona que llega no se le pide ningún documento".
En consecuencia, explica este médico, los servicios de urgencias están colapsados y el herido no encuentra un espacio para la atención.
El tema, paradójicamente, se convirtió en un problema cultural. Los médicos consultados coinciden en que si los usuarios del sistema entendieran -y aceptaran- que no todo lo que les ocurre es una urgencia, habría una estructura de servicios más eficiente: paciente muy grave, en el cuarto nivel, paciente grave en el segundo o tercero, paciente indispuesto en el primer nivel.
Pero eso no es fácil cuando estos mismos usuarios sienten que no tienen acceso a la atención de primero o segundo nivel.
Lo dice el doctor Duque. "Muchas personas llegan a urgencias porque encuentran puertas cerradas en centros de baja complejidad. Hay un déficit de camas, algunos expertos dicen que es de 700 por ciento. El problema es que el paciente tiene una necesidad de atención y siente que lo suyo es muy urgente, porque pide una cita médica y se la dan a dos meses, mucho menos el acceso con especialista".
Pese a todo esto, el mandato de atender a los pacientes críticos se cumple sin cuestionamientos y sin dilaciones. "Las víctimas de accidentes que llegan muy graves se atienden inmediatamente y se les hace todo, absolutamente todo lo que necesiten", dice el doctor Camilo Botero, quien agrega que el fallecimiento de una persona por falta de atención inmediata es un evento muy poco frecuente.
A FAVOR
AVANCES EN LA INMEDIATEZ
Los promedios de tiempo de espera para la atención de accidentes de tránsito en Medellín han disminuido, de 21 a 11 minutos, al punto de ser equiparables al estándar internacional, que es de 8 minutos.
Otro dato destacado tiene que ver con la formación y preparación de los profesionales paramédicos, que están entrenados en atención de emergencias y prehospitalaria, acompañamiento a los heridos y cuentan con el criterio para determinar qué tan grave es una lesión o cuál es la institución que mejor responde a una necesidad específica.
El otro aspecto que se destaca es que los heridos más graves son atendidos siempre, de inmediato y con todos los recursos necesarios. Ante todo se salvan vidas.
EN CONTRA
CONTRATOS Y LÍOS INSTITUCIONALES
Orlando Giraldo, conductor de ambulancias hace 24 años, siente que los servicios de atención prehospitalaria han mejorado mucho en años recientes. Sin embargo, lamenta que solo funcionen siete ambulancias en la noche, inclusive, los fines de semana, a pesar de que hay diez unidades intermedias. Otro paramédico que pidió reserva de su nombre, opina que la prestación del servicio estaba mejor en manos de Bomberos porque ahora si algo grave ocurre, se necesita el aval de Secretaría de Salud para atender una emergencia, a veces esperan hasta el último minuto, cuando la situación es muy grave.
EN DEFINITIVALa red de urgencias de Medellín es una de las más eficientes del país, sin embargo, tiene retos muy grandes que están relacionados con el funcionamiento mismo del sistema.
Cada vida que se pierde en un accidente es una tragedia de proporciones indescriptibles para cualquier familia. Entre los seres queridos siempre queda la idea de que la atención no llegó a tiempo o de que se pudo hacer más.
Eso es comprensible.
Pero hay que decir que la red de atención de urgencias de Medellín ofrece una respuesta rápida a las situaciones críticas. Está dentro de los mejores estándares del país. Sin embargo, también hay que decir que presenta fallas y que hay aspectos por mejorar.
Así lo sienten varios de los actores involucrados en la cadena de atención. Desde el paramédico en la ambulancia, hasta el médico que los recibe en el servicio de urgencias.
El tema se resume en dos grandes problemas: Uno de trabas administrativas, negociaciones entre las entidades y resistencia a admitir pacientes, cuyos tratamientos son imposibles de cobrar.
El otro tiene que ver con la dinámica que ha mostrado el sistema de salud y que provoca que muchas personas asuman que una gripa fuerte es una urgencia, lo que lleva a una congestión en los servicios de emergencias.
Los pasos de la red
Mauricio Facio Lince, exdirector del Simpad y experto en atención de emergencias, explica que el esquema de prestación de servicio en casos de urgencia se compone de dos frentes: la atención prehospitalaria y la atención hospitalaria.
"La primera es la que brindan los paramédicos en la ambulancia, en el lugar del accidente, cuando a la persona se le aplican los primeros auxilios. Luego está la atención hospitalaria, que es el segundo componente de esa red, y es la que tiene que ver con el centro al que se remite al paciente, de acuerdo con la severidad de su lesión y la ubicación en la que se encuentre".
Facio Lince afirma que la atención prehospitalaria la manejó, hasta hace algunos años, Bomberos de Medellín, hoy la maneja la Secretaría de Salud, a través de Metrosalud.
Este experto opina que los momentos críticos en el tiempo de respuesta a estas emergencias no se viven en la prestación del servicio prehospitalario. "La atención en ambulancia tiene unos procedimientos muy claros y es raro que falle. Lo más crítico se da durante la remisión a un hospital. Generalmente la indicación de la línea de atención 123 es llevar al paciente a un centro de atención de acuerdo con la severidad de sus lesiones y la ubicación que tenga. No obstante, se sabe que hay hospitales y clínicas que no acceden fácilmente a la llegada a urgencias de un paciente grave".
El argumento es, casi siempre, que no tienen camas disponibles para atender a estos pacientes, "pero también puede ser que no quieran recibir al paciente del Soat porque el recobro de eso es un proceso largo. Admiten más fácilmente a los de prepagadas".
El doctor Camilo Botero, especialista urgentólogo, es uno de los responsables de la admisión de pacientes urgentes en la IPS Universitaria (clínica León XIII). Este médico reconoce que la admisión de personas accidentadas es relativa a su estado o a la saturación que haya en sala de urgencias.
"Si un paciente llega muy muy grave a un hospital puede que lo atiendan en urgencias, que lo estabilicen, pero seguramente no lo hospitalizan allá, a menos, eso sí, que sea de una prepagada o una EPS que tenga contrato con ese hospital".
Botero explica que al centro de atención llegan los pacientes luego de una intensa búsqueda de respuestas -vía telefónica o por radio- por parte de los paramédicos. Al fin, en las salas de urgencias pueden ocurrir varias cosas: "Que lleguen pacientes con lesiones que no son del nivel que corresponde a la institución. O con heridas muy graves, como para atención de tercer nivel de complejidad, o con lesiones muy simples, que se pueden atender en un primer nivel".
Este especialista coincide con que la atención prehospitalaria ha avanzado mucho. "Antes el paciente se accidentaba en la calle, lo montaban en un taxi y se lo llevaban a urgencias a la brava. Ya existe un personal entrenado para atender estas situaciones, ellos son tecnólogos en atención prehospitalaria, saben identificar el estado de un paciente. Ellos son muy asertivos en cuanto a dónde llevar a una víctima, incluso dentro del mismo hospital. Lo que falta es coordinar la atención prehospitalaria con la hospitalaria".
Una idea similar expone el jefe del servicio de urgencias más congestionado del departamento. El doctor Diego Duque, al frente de Policlínica, en el San Vicente, asegura que su ocupación supera el 400 por ciento y que esto hace muy compleja la atención.
"Aunque en la ciudad y en el país se ha ganado mucho, en la práctica hay muchas dificultades, que se dan por distintos factores, relacionados con la ocupación de estos servicios. Por ejemplo, hay diagnósticos crónicos que llegan al servicio de urgencias y eso ocurre porque las EPS, muchas veces, no autorizan un tratamiento o se lo prestan de forma irregular a un paciente y para esa persona la única opción es llegar a urgencias. Lo más grave es que este es el único servicio abierto, es el de tercer o cuarto nivel y aquí a la persona que llega no se le pide ningún documento".
En consecuencia, explica este médico, los servicios de urgencias están colapsados y el herido no encuentra un espacio para la atención.
El tema, paradójicamente, se convirtió en un problema cultural. Los médicos consultados coinciden en que si los usuarios del sistema entendieran -y aceptaran- que no todo lo que les ocurre es una urgencia, habría una estructura de servicios más eficiente: paciente muy grave, en el cuarto nivel, paciente grave en el segundo o tercero, paciente indispuesto en el primer nivel.
Pero eso no es fácil cuando estos mismos usuarios sienten que no tienen acceso a la atención de primero o segundo nivel.
Lo dice el doctor Duque. "Muchas personas llegan a urgencias porque encuentran puertas cerradas en centros de baja complejidad. Hay un déficit de camas, algunos expertos dicen que es de 700 por ciento. El problema es que el paciente tiene una necesidad de atención y siente que lo suyo es muy urgente, porque pide una cita médica y se la dan a dos meses, mucho menos el acceso con especialista".
Pese a todo esto, el mandato de atender a los pacientes críticos se cumple sin cuestionamientos y sin dilaciones. "Las víctimas de accidentes que llegan muy graves se atienden inmediatamente y se les hace todo, absolutamente todo lo que necesiten", dice el doctor Camilo Botero, quien agrega que el fallecimiento de una persona por falta de atención inmediata es un evento muy poco frecuente.
A FAVOR
AVANCES EN LA INMEDIATEZ
Los promedios de tiempo de espera para la atención de accidentes de tránsito en Medellín han disminuido, de 21 a 11 minutos, al punto de ser equiparables al estándar internacional, que es de 8 minutos.
Otro dato destacado tiene que ver con la formación y preparación de los profesionales paramédicos, que están entrenados en atención de emergencias y prehospitalaria, acompañamiento a los heridos y cuentan con el criterio para determinar qué tan grave es una lesión o cuál es la institución que mejor responde a una necesidad específica.
El otro aspecto que se destaca es que los heridos más graves son atendidos siempre, de inmediato y con todos los recursos necesarios. Ante todo se salvan vidas.
EN CONTRA
CONTRATOS Y LÍOS INSTITUCIONALES
Orlando Giraldo, conductor de ambulancias hace 24 años, siente que los servicios de atención prehospitalaria han mejorado mucho en años recientes. Sin embargo, lamenta que solo funcionen siete ambulancias en la noche, inclusive, los fines de semana, a pesar de que hay diez unidades intermedias. Otro paramédico que pidió reserva de su nombre, opina que la prestación del servicio estaba mejor en manos de Bomberos porque ahora si algo grave ocurre, se necesita el aval de Secretaría de Salud para atender una emergencia, a veces esperan hasta el último minuto, cuando la situación es muy grave.
EN DEFINITIVALa red de urgencias de Medellín es una de las más eficientes del país, sin embargo, tiene retos muy grandes que están relacionados con el funcionamiento mismo del sistema.