Yehimy Torres revela detalles de su relación con la niña que cayó del piso 18, y con su padre.
"En el cielo, Válery sigue siendo mi luz, así fue cuando nació y con su muerte eso no cambia", dice Yehimy Alejandra Torres Muñoz, madre de la pequeña de seis años que murió días después de caer del piso 18 de un edificio de El Poblado.
Hay serenidad en su rostro, pero sus ojos delatan el vacío, la ausencia. La mirada le cambia según los recuerdos que se evoquen de la niña. Se ilumina cuando la imagina cantando o jugando a ser modelo.
"Le habíamos grabado un video cantando La Mariposa, dijo que se lo enviara al papá". Una leve sonrisa se le asoma cuando cuenta el detalle.
Pero su rostro se ensombrece al rememorar las cosas tristes, su pesadilla en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica El Rosario o la oración que la niña leía antes de cada comida.
"Siempre, cuando nos sentábamos a desayunar, a almorzar o a comer, leía la oración, ella era la única que lo hacía, desde que murió ni mi mamá ni yo hemos podido", cuenta Yehimy, diez días después de haber tenido que soportar el dolor de la muerte de su hijita, que fue su ángel en la tierra y lo sigue siendo desde el infinito, un lugar que no puede ser distinto al cielo, porque para ella, Dios es el único guía.
Este año Válery había iniciado la primaria en el Birmingham School, de Bogotá, y ya sabía leer. Eso tenía feliz a Yehimy y, por eso, la misión de leer en voz alta las oraciones en el comedor.
La vio por última vez el 27 de junio. Ese día, la hermana de Alejandro Pérez, el padre de la infante, llegó hasta su apartamento a recogerla para traerla a Medellín, donde pasaría las vacaciones de junio.
Afirma que nunca sentía temor de que la niña se fuera de su lado, pues tanto la tía como Alejandro fueron personas confiables y muy amorosas con su pequeña.
"Se la llevaban en Semana Santa, en junio, en los puentes, pero menos en diciembre, ahí sí yo no era capaz, aunque el papá me llamaba llorando todos los días porque quería verla, él fue un excelente padre", recuerda esta mujer de sólo 36 años y de cuyos labios no sale una ofensa, un reproche o algo que juzgue a la novia de su excompañero y que figura como presunta responsable del acto de lanzarla desde el piso 18.
"No sé qué pudo pasar por la mente de ella en ese momento, si fue que lo hizo, porque algo malo se comete en un mínimo instante". Afirma que incluso la conoció en persona en una ocasión que el padre de Válery la llevó a Bogotá. Ese día no se pasó de un saludo, no hubo nada más.
"Yo digo que uno nunca acaba de conocer las personas, nos pasa a todos en la vida".
Dios eligió el milagro
Con su voz tranquila, Yehimy espera que se haga justicia. Aún siente amor por el padre de la infante, con quien nunca convivió a plenitud. Al nacer la niña, cada uno tomó su rumbo, ella quedó con la niña y Alejandro se vino a Medellín, pero siempre respondió por ella y la amó con todo el corazón, dice.
"Pienso que si Válery sobrevivió a la caída, fue el propósito de Dios, ella alcanzó a contar que Alejandra (la novia del padre de la niña) estaba jugando con ella y también que la lanzó. Que Dios aclare la verdad".
Pase lo que pase, está firme en un pensamiento que le ha dado calma, tanto en los momentos de agonía de la niña, como ahora, cuando ya no la tiene ni puede besarla o llevarla hasta su pecho.
"Todo tiene un propósito y yo declaré vida en Válery. El papá y yo juntos le pedíamos a Dios dos milagros: o que se salvara y viviera bien o que si el milagro era que se tenía que ir para el cielo porque acá iba a estar muy mal, enferma, que pasara lo mejor".
La petición la hicieron en la clínica El Rosario, a donde la niña llegó hacia las 11:00 de la mañana del jueves 5 de julio, minutos después de haber caído a tierra desde una altura cercana los 45 metros.
Allí pasó con vida, pero inconsciente, hasta el miércoles 11, cuando a la 1:30 de la tarde se paró su corazón. El día anterior se le había declarado muerte cerebral. No había más nada que hacer clínicamente.
La niña que enamoró a Colombia por haber soportado semejantes golpes al caer y que tal vez aclararía la verdad de porque cayó a tierra, si fue lanzada o fue víctima de un accidente mientras jugaba en el balcón con la novia de su padre, al final no sobrevivió.
Y Yehimy se quedó con todo el dolor apretujado en su corazón. Dice que no recriminó al padre y, contrario a lo que muchos piensan, le tocó darle consuelo.
"Cuando llegué a Medellín él estaba muy mal. Le dije que tranquilo, que iba a ser una lucha de los dos y le di valor. Tal vez por eso me hice más fuerte. Válery hizo milagros en mucha gente, cambió vidas, muchos padres ahora son mejores y eso es grandioso".
Le queda Mélany, su otra hija de tres años de padre diferente al de Válery. Y por ella luchará.
"Soy muy espiritual, estudié en un colegio de monjas y ahí aprendí a amar a Dios y aceptar su voluntad, todo tiene un propósito y la muerte de Válery pasó por algo".
Luego se hunde en su pesar. El ángel de Válery sigue guiando su vida. La llena de pazn
ANTECEDENTES
NOVIA DEL PADRE, SIGUE EN PRISIÓN
El lunes 9 de julio, el Juzgado 38 Penal de Control de Garantías envió a prisión a una mujer de 23 años, novia del padre de Válery, como presunta autora de tentativa de homicidio contra la niña. Ese día la pequeña no había muerto, pero tras el deceso, el cargo cambia a homicidio agravado y se definirá en nueva audiencia, cuya fecha no está clara. Ella ha dicho que jugaba con la niña en el balcón mientras el padre dormía. Pero al caer la niña, salió del edificio sin auxiliarla. A una enfermera y un bombero la niña alcanzó a contarles que jugaban y que la joven la lanzó.
OPINIONES
BAILABA JOROPO Y TOCABA EL ARPA
MIRIAM MUÑOZ
Abuela materna de la niña
Esa niña era divina, yo viví con ella cuatro años en los Llanos y allá aprendió a tocar el arpa y bailar joropo. Es lo más lindo que tuve en la vida y para qué, el papá se veía en ella, él es un hombre muy bueno.