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Noches de miedo y soledad en la Comuna 8

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EL COLOMBIANO pasó una noche en la zona más peligrosa de Medellín, en donde arrecia pugna entre combos.
La primera orden de la noche, emitida por el comandante de la estación policial de Villahermosa, refleja la tensión que domina la zona: "Ojo, si se arma el mierdero, esperemos, mucha coordinación con el Ejército, si no, nos terminamos dando bala entre nosotros".

El Subteniente acata el mandato y sale de la oficina a recorrer en la patrulla los confines de la comuna 8, el territorio con las mayores alteraciones del orden público en Medellín actualmente.

Acompañado por un equipo de EL COLOMBIANO, el oficial de 29 años, oriundo de Ibagué, narra que apenas lleva un mes y una semana en la ciudad y ya le tocó ver de cerca la muerte.

"Antes había trabajado en Guainía y Vichada, allá lo más grave son riñas, uno que otro hurto de un televisor, la verdad nunca había tenido que accionar el arma para defenderme", relata, y su memoria se traslada al pasado 16 de junio, a una balacera en el sector Tres Esquinas.

"Nos hicieron una ráfaga de fusil, cinco tiros cayeron cerca de mí, tocó reducir silueta y abrir fuego también".

Desde el 6 de mayo (ver recuadro), la comuna oriental padece enfrentamientos diarios de grupos ilegales, enardecidos por una vendetta mafiosa, entre los clanes de alias "El Gomelo" y los asociados a "El Mellizo", asesinado al parecer por orden del primero.

La situación provocó la alerta de vigilancia, la presencia del Ejército y los patrullajes nocturnos de un helicóptero UH-60 de la Fuerza Aérea.

Los combos
Mientras la camioneta blanca y verde bordea las fantasmales calles del barrio Villatina, a las 11:00 p.m. de este jueves 21 de junio, el patrullero que la conduce hace el recuento, como si fuera una lista trillada de mercado, de los combos que carcomen la seguridad en su jurisdicción: "Están los de 'La Libertad', los bandidos de 'La Granja', 'Tres Esquinas', 'La Torre', 'La Bombonera', 'Barrios de Jesús', 'San Antonio', 'Caicedo', 'La Sierra'...", y tiene que inhalar aire para continuar.

"Es una guerra absurda de esos manes por el territorio", complementa el Subteniente.

Las quejas de la ciudadanía apuntan a que las noches son gemelas del miedo y la intranquilidad, lo que motivó la visita del equipo periodístico en las horas en las que ya ha muerto el Sol.

"Soy desplazada con mi hijo, porque él no quiso estar en el combo. Le dijeron: 'el que no meta el culo, se tiene que ir', ya no salimos, de noche menos", me dijo el día anterior, en horas de la tarde, una vecina de Tres Esquinas.

Vigilantes nocturnos
A las 11:23 p.m., tras pasar por el 13 de Noviembre y Sol de Oriente, arribamos al sector La Torre (calle 56D con carrera 14), donde dos policías custodian el panorama tullidos del frío. "Aquí ventea muy bueno", acota uno, con las manos enguantadas.

Desde el borde de la vía se aprecian los barrios Villatina, La Libertad y San Antonio, donde se confirman los relatos de la comunidad: soledad total y silencio, salvo por la bulla de los grillos y algún perro trasnochador.

En época de paz y vacaciones, normalmente habría rumbas, según un vecino.

Caminando llegamos hasta La Granja, donde nos llama la atención un panfleto pegado en una fachada, fotocopiado por la gente del vecindario.

Similar a los carteles del Viejo Oeste, exhibe el rostro de "El Gomelo", el personaje que la Policía acusa de iniciar la oleada de violencia, "el que tiene azotada a la comuna 8", reza el papel.

Con una iluminación escasa, tan pobre como los ranchos que cuelgan de la ladera, los uniformados avanzan por El Ventiadero y se internan en el asentamiento Esfuerzos de Paz N°2.

Sorteando el laberinto de escalas, un funcionario divisa una sombra humana bajo un árbol, a una media cuadra de distancia.

"Es un campanero, andan con walkie talkies y tienen binoculares; cuando nos ven, dicen: 'ahí vienen los agüitas'", explica un patrullero, luego de lo cual arroja una piedrita que rebota en el techo de zinc de un cambuche. El celador ilegal se escabulle emulando a un gato de tejado.

De acuerdo con los policías, las bandas disponen campaneros las 24 horas del día, lo que refleja un alto nivel de organización criminal y de precaución, en estos tiempos de guerra.

En el sector La Bombonera, a las 00:32 a.m. del viernes, nos encontramos con la Compañía Puma, un pelotón de soldados de la Policía Militar.

- "¿Cómo ha estado la vuelta?", pregunta un Subteniente del Ejército.

- "Sin novedad", responde su homólogo de la Policía.

Es una condición atípica, pues en las últimas semanas los tiroteos nocturnos son comunes. "No es normal que no haya novedades, pero es que hay mucha vigilancia y ellos no son bobos, no se van a arriesgar a perder las armas", opina un uniformado.

En la conversación, los militares informan que están detrás de "Helenita", una mujer "que paga la nómina" de algunas bandas del morro, cuyos dineros calientes ingresarían a las barriadas desde el vecino corregimiento de Santa Elena.

De pronto se escucha un grito a lo lejos, y un patrullero susurra: "Son ellos, están alborotados por tanto movimiento, les está picando el dedo".

Fronteras invisibles
Algo sucede al filo de la 1:00 a.m., en el sitio La Finquita. Los policías rompen la formación y levantan los fusiles, "¡quietos ahí…", increpan a tres muchachos que fuman marihuana y escuchan vallenato de un pequeño transistor, en la calle 54 con la carrera 10C.

Al Subteniente le sorprende ver entre ellos a un adolescente que había capturado hacía apenas 15 días, con un revólver calibre 38 y una pistola Jericho, junto a otros cinco sujetos señalados de atentar a bala contra una persona.

- "De los seis que cogimos, ¿a cuántos soltaron ya?", inquiere el oficial con desgano.

- "A los tres menores", contesta el chico en medio de la requisa.

- "¿Y qué hacen a esta hora?".

- "Fumando antes de acostarnos".

- "¡Están es campaneando, mi teniente…", replica un patrullero, entrometiéndose en el debate.

En ese instante, un compañero suyo se acerca a una casa de tabla, donde en 2011 hallaron partes de una moto desvalijada, y apunta con el fusil por una rendija: "¡Salgan de ahí…".

Al abrir la puerta, aparecen cuatro jóvenes envueltos en el pútrido aroma de la droga. A todos los filan, con las manos detrás de la cabeza, al tiempo que uno trata de justificar la situación: "Nos gusta la noche, ¿y qué? Somos consumidores activos, ¿y qué? ¿Eso es un delito?".

Entre los registrados, hay uno proveniente de otro barrio. "A mí me desterraron los de 'San Antonio', que trabajan con los de 'La Granja' y 'La Libertad', amenazaron a mi familia", se lamenta, y un colega de vicio lo apoya mencionando que "aquí vivimos es arrumaos".

Este grupo (que para las autoridades son gente de "El Gomelo", así ellos lo nieguen), insiste en que hay fronteras invisibles que no pueden atravesar, y una de ellas es Tres Esquinas, un cruce de caminos lleno de establecimientos comerciales, donde continúa nuestro recorrido a la 1:25 a.m.

En la calle 52 con la carrera 9, el Subteniente se pone inquieto. Reconoce el lugar donde una semana atrás le tocó defender su vida a tiros por primera vez, y pide refuerzos.

"Entremos por el borde, y si algo pasa, todo el mundo contra la pared", dice recostándose a una columna, y después señala unas escalas que conducen a Barrios de Jesús: "Desde allá nos dispararon".

En la calle 49C con la carrera 9B del citado vecindario, hay por lo menos 15 jóvenes en una cuadra, y algunos juegan parqués en la acera, casando el turno a 5.000 pesos. Les tocó parar los dados, requisa general.

"Barrios de Jesús en sí es tranquilo, lo malo es que no podemos pasar del puente de La Cañada, ni ir a Tres Esquinas", menciona un jugador de parqués, que a ojos de la Policía es otro campanero. "¿Parqués a esta hora? ¡Cómo no…", ironiza un agente.

A las 2:04 a.m. la patrulla asciende a San Antonio, el mismo barrio que recorrió el miércoles anterior el alcalde Aníbal Gaviria . En un andén le preguntó a una señora de 57 años que cómo estaba la seguridad, y ella, en un arrebato de sinceridad, exclamó: "Pésima".

Trasegando entre las casas, los policías van señalando: "Vea, aquí les cogimos una carabina con silenciador, y allá tiraron una granada".

En una baranda ven una silla de cojín rojo, reclinada a una baranda, sin duda un puesto de vigilancia. En el callejón contiguo, un ruido anuncia que hay personas que observan.

El Subteniente se aproxima a una casa de la carrera 15 con la calle 52 y recoge un paquete de cigarrillos del suelo, el cual tiene su contenido intacto, señal de que alguien apresurado no tuvo tiempo de guardarlo.

"¡Abran la puerta…", repite varias veces, hasta que un discapacitado aterrado, arrastrándose por el suelo, alcanza la chapa.

Adentro tiene tres invasores que cargan un radio de comunicaciones, por el cual, minutos antes, se había escuchado "en la juega con la Policía".

El trío reconoce que entró a la fuerza a la residencia del discapacitado, en su afán de esconderse. "Si tienen un fierro, dénmelo por las buenas", ordena el oficial, mas los hombres de 19, 23 y 24 años están desarmados.

Afuera, comentan que el radio es para las "novedades". "Toca defendernos, mi agente, los hijos de 'El Gomelo' nos están atacando", aclara uno de mirada huidiza, tiritando por el frío que baja de Santa Elena y envuelve el callejón.

- "¿Ustedes trabajaban con 'El Mellizo'?", les pregunto.

- "Era un parcero de toda la vida".

- "¿Para quién trabajan ahora?".

- "Pa nadie, estamos es vigilando porque nos dijeron que nos iban a bombardear con petardos".

- "Ustedes dicen que son desempleados, ¿de dónde sale la plata para los radios?".

- "A nosotros nos surten".

- "¿Y las armas?".

- "Las consigue cada uno... es que la vida de nosotros no ha sido limpia. Aunque la semana pasada nos quitaron una carabina", concluye el mayor de los tres, mientras ríe porque a su lado están los que incautaron esa arma.

El recorrido concluye a las 4:10 a.m., después de visitar La Sierra. No hubo tiroteos, salvo un disparo bastardo, sin pleito, que se oyó a lo lejos. Uno de los patrulleros, sin embargo, es escéptico: "Ojalá siempre fuera así, pero ellos no respetan, en cualquier momento empiezan los fogonazos".
EL ORIGEN DE LA DISPUTA ENTRE ILEGALESSegún las declaraciones del general Yesid Vásquez Prada , comandante de la Policía Metropolitana, alias "Sebas", cabecilla de la organización criminal "La Oficina", ordenó a alias "El Gomelo" (con influencia en Villatina y Villa Liliam) que le entregara el control de los negocios ilícitos de la zona a "El Mellizo" (del barrio San Antonio).

"El Gomelo" no solo se habría negado, sino que orquestó la muerte a bala de "El Mellizo", el 6 de mayo pasado, lo que desató la guerra entre varios combos delincuenciales de la comuna 8 (Villahermosa).

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