GRACIAS A GESTIONES que inician meses atrás, consiguen los regalos que les llevan a niños de los sectores más necesitados. Son jóvenes profesionales o líderes que llevan toda una vida dedicados a la labor social. Son muchos los casos, hoy resaltamos algunos.
Visten bluyín o un traje sastre. Llegan en taxi, en carro o caminando. No se les ve aparentemente nada excepcional, lo que los hace únicos está en su corazón.
No tienen una fábrica de regalos, es otra la logística que deben poner a rodar para conseguirlos: los obsequios van apareciendo, a veces, milagrosamente, gracias a las innumerables cartas que envían, a llamadas que hacen, a puertas que tocan y a caminatas de rebusque.
Niños Dios de cabello canoso o de rostros casi tan jóvenes como los mismos beneficiados de sus detalles. Unos quieren permanecer en el anonimato, otros ya no pueden hacerlo pues su trabajo es bien conocido y admirado.
Entonces existe Alicia Ortiz, que cumplirá 76 años en marzo, y que se sienta en su computador desde mayo a redactar cartas para patrocinadores de sus campañas. Este año ayudó a recoger productos para los bebés que están hospitalizados y el año pasado llevó carros y muñecos a los barrios vecinos de Boston, donde ella reside.
Andrés, Sara, Yesenia y otros 95 integrantes de la Defensa Civil de Itagüí, llegaron con sus overoles anaranjados cargados con tantos paquetes como Valentina Solis, de 12 años, se imagina que debe viajar el Niño Dios o Papá Noel. La mayoría, estudiantes de colegios y universidades o profesionales, que aportaron un regalo y consiguieron más para completar 160 que repartieron en Los Olivares.
Cerca de 120 obsequios llevaron ayer al barrio 20 de Julio, Jenny Giraldo, comunicadora y docente universitaria, y otros profesionales, a una jornada que coordinaron con la Asociación de Mujeres de Las Independencias. También se entregaron ayer los más de 40 traídos que donaron los empleados de una entidad de la ciudad a un hogar que acoge niñas huérfanas y en condición de desplazamiento.
Estas personas solidarias, que comparten sin esperar nada, finalmente se llevaron los regalos mayores: los abrazos, los besos, las sonrisas y los saltos de emoción.