Desde el Comité de Silvicultura impulsan proyecto para hacer la declaratoria. Analizarán unos 150.
El piñón de oreja de la Plazuela de San Ignacio y ahí, al lado, la ceiba de las afueras del Paraninfo de la Universidad de Antioquia; un algarrobo que curaron ya en el barrio San Pablo y otro que se roba las miradas en la zona de comidas del centro comercial Oviedo; hasta los jacaré con sus barbas de viejo en el Museo El Castillo.
Todos son candidatos a la categoría de árboles patrimoniales, que les dará garantías de protección y reconocimiento como símbolos verdes del Valle de Aburrá.
El Comité de Silvicultura Urbana y Paisajismo del Municipio Medellín analiza unos 150 individuos dentro de un proyecto de patrimonio ecológico, que incluye investigación y presentación de la propuesta ante el Concejo.
"Hay árboles que ameritan que la gente los reconozca, así como hay declaratorias de edificios y de lugares como la Estación Ferrocarril de Antioquia. Demandan cuidado especial", expresó la coordinadora del Comité de Silvicultura, Lucenit Lozano.
Les dan identidad a los espacios. Entonces, laureles, palmas, cauchos, guayacanes, peros de agua, mangos, caobas, pinos y demás especies que se asientan en Caldas, La Estrella, Sabaneta, Itagüí, Copacabana, Girardota, Barbosa y Medellín, son un sello de sus parques y sitios representativos.
Eugenio Gaviria, de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana, explicó que un árbol se declara patrimonial cuando presenta características excepcionales por su belleza, valor histórico y cultural, por ser un ejemplar único o por su significado especial en la memoria colectiva.
Recursos para atenderlos
El Ingeniero forestal y asesor de la Universidad Nacional, León Morales Soto , va más allá de ese valor ecológico que tienen los posibles árboles patrimoniales y apela a las emociones: el entusiasmo con el que un papá le dice a su hijo que cuando él estaba pequeño ese árbol ya existía o cuando un vecino explica cómo un ejemplar que hay en el parque les dio sombra a los primeros habitantes de una ciudad.
Se trata, cree, de que el legado no se pierda de una generación a otra, de reconocer las ceibas que todavía sobreviven en La Playa, el piñón de oreja del Jordán que fue testigo de su apertura y de su cierre, y los mangos de El Poblado que remontan a una época de casonas de recreo.
"El proyecto que está en curso no solo es viable sino que es una obligación moral con esos árboles. Me parece que tenemos el compromiso de declararlos patrimonio, de protegerlos, de incorporarlos en unos programas especiales de manejo y mantenimiento".
Un árbol patrimonial no necesariamente debe ser antiguo, pero se busca que la especie sea endémica (del territorio), de difícil propagación o imponente y exuberante, "que si no estuviera generaría un caos por todo lo que aporta de baja temperatura o por ser albergue para la fauna. Tendríamos que empezar a evaluar cada árbol, cada candidato", confirmó Lucenit Solano.
El Plan Maestro de Espacios Públicos Verdes Urbanos, del Área Metropolitana, tiene un inventario de árboles patrimoniales y existen otros estudios que se analizarán para darle curso a este proyecto.
El profesor León Morales está convencido de que se trata de un tema de gratitud, "que nosotros deberíamos tener con unos seres tan maravillosos, que nos han acompañado tanto tiempo y nos han prestando unos beneficios tan grandes, porque lo único que han hecho es servirnos".
¿Cuáles árboles postularía?
Carlos Saldarriaga
Todos merecen respeto y por el calentamiento global, son todos indispensables. Por su flor y colorido prefiero los guayacanes.
Luz Amalia Martínez
Las acacias aportan nitrógeno al suelo, los guayacanes color y belleza, las palmas frescura. Necesitamos más frutales con buen mantenimiento.