En Amagá fueron sepultadas cuatro de las nueve víctimas que dejó la tragedia de Angelópolis.
Con los sepelios de Esteban Duque Cano, Dayro de Jesús Velásquez Zapata y los hermanos Róbinson Albertoy Víctor Alfonso Bustamante Marín en el cementerio de Amagá, ayer al mediodía quedó cerrado otro capítulo de dolor de los tantos vividos por tragedias mineras en la Cuenca del Sinifaná.
Los cuatro perdieron la vida en el accidente de la mina El Desespero de la vereda La Clara, de Angelópolis, donde murieron ahogados junto a otros cinco compañeros en la madrugada del miércoles.
Uno fue llevado a Caldas, otro a Medellín, tres más quedaron en el camposanto de Angelópolis y los de Amagá fueron los últimos en ser enterrados. Fue un adiós en medio de una mañana fría y un cielo cargado de nubes que todo el tiempo gotearon lluvia.
A doña Ofelia Marín, madre de Róbinson Alberto y Víctor Alfonso, dos veces la venció el dolor durante la ceremonia: la primera, a la llegada a la iglesia central de Amagá, donde se realizó la misa final, y la otra en el camposanto, instantes antes de que sus hijos fueron llevados a las bóvedas.
Siempre estuvo abrazada a sus otras hijas -cinco en total-, que la mimaron, la consintieron y trataron de reanimarla, pero todo resultó infructuoso.
Sus hijos le dejaron un vacío total. "Es que eran muchachos muy buenos, ella había perdido otro hijo en una mina y ahora estos, no le quedan sino mujeres", comentó Omaira Arredondo , una vecina que los conoció de toda la vida y a quien le quedaron de ellos los más preciados recuerdos, "por sanos, trabajadores y buenos amigos, se la llevaban muy bien con mis hijos", apuntó.
Aunque estaba lleno de sentimientos y recuerdos, Luis Cano no pudo expresar mucho sobre su sobrino Esteban Duque.
"Era un muchacho muy sano y trabajador, por eso lo voy a recordar siempre", comentó y luego sus ojos se encharcaron y su voz quedó ahogada por la tristeza. No lo pudo controlar.
¿Cuándo van a parar estas tragedias de las minas? Fue la pregunta que hizo el padre Hugo Villa en la misa. Él mismo respondió: "nunca, porque somos imperfectos".
Nada más cierto. Las minas del Sinifaná si bien les dan sustento a miles de hombres y familias, tienen fallas. Algunas, aunque muy legales, también colapsan.
El Desespero dio otra señal. Fueron nueve hombres más que se tragó la tierra. En 2010 fueron 73 en Amagá. Nadie los ha olvidado. A los de El Desespero tampoco nadie los olvidará.
ANTECEDENTES
TRAGEDIAS ANTERIORES CON 82 MUERTOS
El más reciente antecedente de una tragedia minera se dio el 16 de junio de 2010 en el municipio de Amagá, donde perdieron la vida 73 mineros que laboraban en la mina San Fernando. En ese momento era considerado uno de los socavones más seguros y tecnificados de la Cuenca del Sinifaná, que abarca varias poblaciones del Suroeste, entre ellas la propia Amagá, Angelópolis y Fredonia. En esta última población, el 6 de agosto de 2009, también fallecieron nueve hombres que quedaron sepultados al darse una explosión en la mina El Bloque. En esa ocasión, también cuatro de las víctimas residían en Amagá.
Con los sepelios de Esteban Duque Cano, Dayro de Jesús Velásquez Zapata y los hermanos Róbinson Albertoy Víctor Alfonso Bustamante Marín en el cementerio de Amagá, ayer al mediodía quedó cerrado otro capítulo de dolor de los tantos vividos por tragedias mineras en la Cuenca del Sinifaná.
Los cuatro perdieron la vida en el accidente de la mina El Desespero de la vereda La Clara, de Angelópolis, donde murieron ahogados junto a otros cinco compañeros en la madrugada del miércoles.
Uno fue llevado a Caldas, otro a Medellín, tres más quedaron en el camposanto de Angelópolis y los de Amagá fueron los últimos en ser enterrados. Fue un adiós en medio de una mañana fría y un cielo cargado de nubes que todo el tiempo gotearon lluvia.
A doña Ofelia Marín, madre de Róbinson Alberto y Víctor Alfonso, dos veces la venció el dolor durante la ceremonia: la primera, a la llegada a la iglesia central de Amagá, donde se realizó la misa final, y la otra en el camposanto, instantes antes de que sus hijos fueron llevados a las bóvedas.
Siempre estuvo abrazada a sus otras hijas -cinco en total-, que la mimaron, la consintieron y trataron de reanimarla, pero todo resultó infructuoso.
Sus hijos le dejaron un vacío total. "Es que eran muchachos muy buenos, ella había perdido otro hijo en una mina y ahora estos, no le quedan sino mujeres", comentó Omaira Arredondo , una vecina que los conoció de toda la vida y a quien le quedaron de ellos los más preciados recuerdos, "por sanos, trabajadores y buenos amigos, se la llevaban muy bien con mis hijos", apuntó.
Aunque estaba lleno de sentimientos y recuerdos, Luis Cano no pudo expresar mucho sobre su sobrino Esteban Duque.
"Era un muchacho muy sano y trabajador, por eso lo voy a recordar siempre", comentó y luego sus ojos se encharcaron y su voz quedó ahogada por la tristeza. No lo pudo controlar.
¿Cuándo van a parar estas tragedias de las minas? Fue la pregunta que hizo el padre Hugo Villa en la misa. Él mismo respondió: "nunca, porque somos imperfectos".
Nada más cierto. Las minas del Sinifaná si bien les dan sustento a miles de hombres y familias, tienen fallas. Algunas, aunque muy legales, también colapsan.
El Desespero dio otra señal. Fueron nueve hombres más que se tragó la tierra. En 2010 fueron 73 en Amagá. Nadie los ha olvidado. A los de El Desespero tampoco nadie los olvidará.
ANTECEDENTES
TRAGEDIAS ANTERIORES CON 82 MUERTOS
El más reciente antecedente de una tragedia minera se dio el 16 de junio de 2010 en el municipio de Amagá, donde perdieron la vida 73 mineros que laboraban en la mina San Fernando. En ese momento era considerado uno de los socavones más seguros y tecnificados de la Cuenca del Sinifaná, que abarca varias poblaciones del Suroeste, entre ellas la propia Amagá, Angelópolis y Fredonia. En esta última población, el 6 de agosto de 2009, también fallecieron nueve hombres que quedaron sepultados al darse una explosión en la mina El Bloque. En esa ocasión, también cuatro de las víctimas residían en Amagá.