Ante impunidad, conductores ebrios siguen campantes dañando vidas. Testimonio de Gilberto Mira.
El mundo se le cerró dos veces. Una, cuando ese carro viejo lo envistió en su motocicleta y lo dejó tendido en la autopista, cerca al tránsito de Itagüí. Otra, cuando en la clínica, después de varios días de hospitalización, los médicos dijeron que debían amputarle la pierna izquierda. No tenían manera de unir las venas y las arterias.
Gilberto Mira Rúa tuvo al principio dos meses, en una cama de hospital, para rumiar su infortunio. Después, dos años, los de recuperación. Ese conductor borracho, que ni siquiera pudo huir del sitio, había truncado su vida para siempre, en ese momento en el que Gilberto esperaba el cambio del semáforo.
La empresa en que trabajaba, dedicada al aseo de centros comerciales, le dio la liquidación a los seis meses. "¿Quién me dará trabajo ahora? -pensaba-. Tal vez me toque pedir limosna para sostenerme".
Y para colmo de males, la novia, con quien llevaba nueve años, le volteó la espalda.
Debió someterse a terapias psicológicas, suministradas por la empresa en la que trabajaba, para volver a tener confianza en la vida. Fue a Mahavir Kmina, la fundación que suministra las prótesis a quienes las necesitan, y allí encontró apoyo. Llegó a su vida una compañera, Diana Marcela Rendón, que jamás lo ha discriminado. Hace dos años, la empresa de aseo volvió a recibirlo. Hoy es portero de su sede en el centro.
Gilberto cuenta que los acuerdos con el borrachín aquel fueron difíciles. Después de meses de intentos de conciliación, en los cuales su abogado comenzó pidiendo 300 millones de pesos para que al menos diera alguna cosa, este ofrecía las manos a la fiscal para que "lo tomara preso", confiado en que en este país, esos delitos son excarcelables. Finalmente acordó pagarle 20 millones de pesos en cuatro años, que ya dio.
"Si tiene plata, conduzca borracho: este es el mensaje que está dando la justicia colombiana con tantos casos de impunidad", dice Mary Batagisio, de la Liga contra la Violencia Vial.
Por su parte, Germán Antía, profesor de Medicina Forense, señala que también deberían estar en la mira quienes conducen bajo efecto de drogas psicotrópicas: marihuana, cocaína... porque de igual manera afectan el sistema nervioso y alteran funciones fisiológicas y neuromotoras. "Alteran los reflejos, la vista, la atención y reducen la capacidad de frenar". Así, el borrachín que se llevó por delante a Gilberto, no lo vio o cuando lo vio ya era demasiado tarde.
PARÉNTESIS
FALTA ENDURECER LAS PENAS
Mary Bottagisio dice que su fundación pasó un proyecto de ley para endurecer las penas a conductores ebrios. Hasta el momento, el máximo es de cinco años de cárcel y, si acepta cargos, se reduce a la mitad, algo así como 30 meses. Por tanto, es delito excarcelable. Si esa mitad fuera 36 meses, sería suficiente para que los metieran a la cárcel. Pero al proyecto le colgaron micos, y no consiguió el endurecimiento. Proponía que se considerara delito si el conductor tenía de 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre en adelante, es decir, unas cuatro copas de vino. Recuerda que las víctimas de conductores ebrios tienen derecho a verdad, justicia y reparación, en este orden.
EN DEFINITIVALos accidentes de tránsito ponen en riesgo la vida y la integridad de las personas. Cuando son causados por choferes ebrios, el acto de irresponsabilidad puede dejar lesiones definitivas.