Alcaldía habla de "control permanente" y residentes señalan caos. Un periodista hizo recorrido de verificación.
A pesar de los pactos de convivencia establecidos entre comercio y Alcaldía, de un fallo de una acción popular tramitada por residentes y de un anuncio de abrir un incidente de desacato contra el alcalde Gaviria por gestión insuficiente del Municipio para hacer cumplir las normas, la 33 sigue siendo fuente de ruido y de deterioro de calidad de vida.
Recorrerla, desde el Nutibara, es ver carros que ocupan dos de los tres carriles de la calzada. Al lado de discotecas, tabernas y licoreras, hay unidades residenciales cuyos habitantes dicen que por el ruido de la rumba, de jueves a domingo es imposible dormir. Y señalan el consumo de licor y de drogas en el espacio público.
"Hace algunos meses la Policía acordonó la zona para controlar el parqueo y la rumba desordenados, pero la medida no se volvió a aplicar", lamenta un residente, quien pidió la reserva de su nombre. Como todos.
En Bulerías la rumba es de volumen moderado. Pero hacia la 78 el caos reaparece. En este sitio conviven edificios de apartamentos y casas tradicionales.
En esta dirección, al ruido se suman la invasión, con motos y carros, de las entradas de parqueaderos y la ocupación de jardines por jóvenes que los convierten en cantinas.
"De 11 p.m. a 3 a.m. desde el jueves, el ruido de la discoteca del frente es de locos. Se suman los gritos del D.J. y de los clientes que se creen cantantes", se quejó un residente, quien tuvo que esperar varios minutos a que un vigilante callejero encontrara dónde estaba el conductor de un carro que estacionó en la entrada de su garaje.
Otra vecina cuestionó que permitan bailaderos en lo que fueran los jardines de las viejas casas y no tengan ni siquiera un vidrio que mitigue tanta bulla. "Esto parece un infierno".
"Soy como prisionera en mi propia casa, no hay a quién venderle ni arrendarle", agrega una propietaria que vive en la zona hace 15 años. Se le suma una joven de la 80B: "Hace 15 días inauguraron una taberna. La rumba duró hasta el otro día. Hubo sancochada y dejaron la basura. La Policía no apareció".
Que hay control permanente, asegura el secretario de Gobierno, Jorge Mejía: "Algunos comerciantes no respetan, es un problema de cultura y de convivencia. El pedido de control por el mismo caos viene de muchos sectores de la ciudad".
Mejía sostiene que la intervención debe contener pedagogía y sanciones. "En el sector desde septiembre hasta junio pasado hemos realizado 1.300 actuaciones", dijo y cuestionó el concepto de desacato con el que se califica al Municipio.
Edilma Escobar, directora de Rumba Segura, programa de la Alcaldía, ratificó que los operativos son constantes: "Ya multamos o cerramos varios negocios, pero hay comerciantes que siguen sin entender que así como ellos tienen derecho al trabajo, lo deben ejercer respetando el descanso de los vecinos".
POLÉMICA
MEDICIÓN DE RUIDO NO PUEDE SER CERO
Juan Carlos Flórez, presidente de la Asociación de Comerciantes de la 33, señaló que hay negocios que han trabajado en insonorizacion y que han capacitado a los afiliados sobre la norma del ruido.
"Hay residentes que creen que la medición de ruido sea cero. Es importante que los residentes señalen cuáles son los que incumplen. Los negocios que afectan son muy pocos", dijo.