Investigación de la U. de M. revela que el tráfico vehicular genera 72 decibeles de ruido diurno.
Es tan desesperante el efecto negativo del ruido en Medellín, que el 57 por ciento de sus ciudadanos estaría dispuesto a pagar por un programa que disminuya sus niveles, según reveló una investigación hecha por la Universidad de Medellín, que tuvo como foco el ruido generado por el tráfico vehicular.
Según los últimos estudios del Área Metropolitana, en los que se basó la investigación, Medellín tiene niveles promedio de ruido diurnos de 72dB (decibeles) y nocturnos de 68dB, cuando la norma diría que 65dB es el máximo ruido diurno permitido y 55 el nocturno, según la Resolución 627 de 2006 que rige en el país.
Un camión genera entre 90 y 100 dB de ruido y un automóvil entre 60 y 70, escalas ya nocivas para la salud, según la norma internacional. Hay que considerar que en Medellín el parque automotor supera el millón de unidades, lo que sugiere que es un mal en crecimiento.
La ingeniera sanitaria Catalina Betancur, citada por el Programa de Salud de la U. de A., recalca que "el ruido puede ocasionar graves tensiones físicas y emocionales" y genera males como irritabilidad, interferencia en la comunicación, pérdida de audición, perturbación del sueño y estrés.
Impacto económico
El estudio de la U. de M., hecho por el Grupo de Economía Aplicada (GEA), partió de considerar que el ruido, entre sus efectos, tiene impacto especial en lo económico.
"Montamos un mapa con casas iguales con áreas y condiciones de seguridad y accesos similares, pero una más cerca de una calle principal y más expuesta al ruido, para preguntarnos qué tanto se desvaloriza frente a otra que no tiene esos niveles", explicó Juan David Osorio, miembro del equipo investigador.
Para Francisco Javier Correa, del mismo GEA, en Medellín se da el "efecto cañón, con vías angostas y rodeadas de edificios donde el ruido se propaga más fácilmente".
Una curiosidad del estudio: aunque en Medellín se sobrepasan los niveles recomendados por la OMS (Organización Mundial de la Salud), los ciudadanos no lo ven como un problema. Incluso en zonas donde el ruido es mayor, hay más aceptación.
Pese a esto, las personas aportarían diferentes cantidades de dinero si el destino fuera un programa tendiente a reducir decibeles, concluyó la investigación, aunque lo harían por altruismo y no porque se consideren muy afectados en lo personal con los decibeles altos.
El promedio de lo que pagarían los habitantes por compensación al ruido sería de 600 pesos anuales, que sumados dan 400 millones, que la ciudad podría invertir en obras para reducir el impacto en las zonas más afectadas, sugieren los investigadores.
Es tan desesperante el efecto negativo del ruido en Medellín, que el 57 por ciento de sus ciudadanos estaría dispuesto a pagar por un programa que disminuya sus niveles, según reveló una investigación hecha por la Universidad de Medellín, que tuvo como foco el ruido generado por el tráfico vehicular.
Según los últimos estudios del Área Metropolitana, en los que se basó la investigación, Medellín tiene niveles promedio de ruido diurnos de 72dB (decibeles) y nocturnos de 68dB, cuando la norma diría que 65dB es el máximo ruido diurno permitido y 55 el nocturno, según la Resolución 627 de 2006 que rige en el país.
Un camión genera entre 90 y 100 dB de ruido y un automóvil entre 60 y 70, escalas ya nocivas para la salud, según la norma internacional. Hay que considerar que en Medellín el parque automotor supera el millón de unidades, lo que sugiere que es un mal en crecimiento.
La ingeniera sanitaria Catalina Betancur, citada por el Programa de Salud de la U. de A., recalca que "el ruido puede ocasionar graves tensiones físicas y emocionales" y genera males como irritabilidad, interferencia en la comunicación, pérdida de audición, perturbación del sueño y estrés.
Impacto económico
El estudio de la U. de M., hecho por el Grupo de Economía Aplicada (GEA), partió de considerar que el ruido, entre sus efectos, tiene impacto especial en lo económico.
"Montamos un mapa con casas iguales con áreas y condiciones de seguridad y accesos similares, pero una más cerca de una calle principal y más expuesta al ruido, para preguntarnos qué tanto se desvaloriza frente a otra que no tiene esos niveles", explicó Juan David Osorio, miembro del equipo investigador.
Para Francisco Javier Correa, del mismo GEA, en Medellín se da el "efecto cañón, con vías angostas y rodeadas de edificios donde el ruido se propaga más fácilmente".
Una curiosidad del estudio: aunque en Medellín se sobrepasan los niveles recomendados por la OMS (Organización Mundial de la Salud), los ciudadanos no lo ven como un problema. Incluso en zonas donde el ruido es mayor, hay más aceptación.
Pese a esto, las personas aportarían diferentes cantidades de dinero si el destino fuera un programa tendiente a reducir decibeles, concluyó la investigación, aunque lo harían por altruismo y no porque se consideren muy afectados en lo personal con los decibeles altos.
El promedio de lo que pagarían los habitantes por compensación al ruido sería de 600 pesos anuales, que sumados dan 400 millones, que la ciudad podría invertir en obras para reducir el impacto en las zonas más afectadas, sugieren los investigadores.