Tienen historia corta en la ciudad. Los confunden con moteles. En algunos la rumba es desbordada.
Como no les gusta el ruido ni la rumba, David Lopes y Stéphanie Laloux, una pareja procedente del norte de Francia a la que le ha dado por recorrer Suramérica comenzando por Bolivia, escogieron alojarse en un hostal.
Muchos de quienes hayan leído el párrafo anterior dirán que están locos, que eso es imposible en un hostal, ya que estos han sido siempre, para algunos, sinónimo de rumba.
Claro que ese adverbio, siempre, usado para este tipo de hospedajes, queda grande. Al fin y al cabo su historia en la ciudad tiene acaso 10 años.
A algunos de los propietarios y administradores hostaleros, como Claudia Bustamante, María José Cayuelas Uribe, Natalia Cobo y Ramiro Viera, esa idea les perjudica en gran medida, pero más entre los antioqueños que con los extranjeros, quienes por lo general entienden muy bien el concepto de hostal.
Saben que es una casa en la cual tienen alojamiento más barato que en los hoteles de lujo, porque, en general, les alquilan la cama, pero no la habitación.
Natalia explica que hostal se parece al concepto gringo de bed and breakfast, es decir, cama y desayuno, cuyas iniciales en inglés, B & B, ella usa en uno de sus tres hostales, en el que hay habitaciones privadas.
Los hostales, en nuestro medio, tienen el servicio de dormitorio; cocina para que los mismos huéspedes preparen sus alimentos; zona de esparcimiento, en la que suele haber una mesa de billar pool; patios y jardines; una biblioteca de trueque que se alimenta con libros que van dejando algunos turistas en su afán de no llevar mucho equipaje y se desnutre con los que van tomando a cambio para que los acompañe otro tramo del recorrido; limpieza diaria; recepción 24 horas; internet gratuito; toallas, jabón y sábanas en la habitación; mesa de lectura o escritura fuera de los dormitorios. En pocos países, el hostal tiene significado propio; en otros, no.
Entre los primeros está España: allí se asimila con "hotel barato". También está el concepto de hostel, relacionado con el hospedaje al que recurren estudiantes y jóvenes que no tienen inconveniente en dormir en cuartos con personas desconocidas.
Pero en Colombia, ambas cosas se resumen en el hostal. Solo que en algunos de ellos ofrecen también habitaciones privadas, que no compartirían con algún extraño.
"Estoy de viaje por América Latina. Comencé en México y he visitado Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. De Colombia he visitado Cartagena y Santa Marta. Ya estuve en el Parque Tayrona. En Medellín me quedaré unos días para hacerme un tatuaje. Seguiré por los otros países, hasta la Patagonia. Y en todos los lugares me quedo en hostales", cuenta David, un londinense con cara de caribeño y que, según explica, tiene ascendientes irlandeses, escoceses y españoles.
Dice que el tatuaje tendrá que ver con el 13, porque este es su número de suerte; que prefiere los hostales porque en viajes tan largos es preciso hacer rendir el dinero, y que si bien hace un año estuvo en un hostal con dormitorio compartido, en este año, como está con su novia, decidió quedarse en hostales que le brinden habitación privada.
"Ya estuvimos en Guatapé", comenta en un español lleno de inglés.
Confusiones
La mayor parte de los ocupantes de los hostales son extranjeros mochileros. A ellos les brindan información turística y, en algunos casos, como en el Poblado Park, tienen alianzas con negocios de deporte extremo, como el parapente, y en otros, como Tamarindo, tienen venta de tiquetes aéreos para que los viajeros ganen algo de tiempo.
Lo que más afecta al negocio es que muchos colombianos y antioqueños confunden los hostales con los moteles, los sitios que alquilan habitaciones por horas y para tener relaciones sexuales.
"Recién llegados a este sitio -cuenta Claudia, del hostal Medellín, en Florida Nueva-, el sacerdote de la iglesia de Las Mercedes tuvo que explicar en la misa que el establecimiento no era un motel, sino un hospedaje. Así se acabó la prevención de varios vecinos".
Natalia y Ramiro, del Hostal Tamarindo, de El Poblado, sostienen que parte de la explicación de esta confusión en la mente de muchos es que en la clasificación oficial de los negocios de hospedaje solo existen "hoteles y otros, y los hostales están entre los 'otros', que incluyen los moteles, las posadas, etcétera".
Acá es común identificar los hostales porque, en su fachada, tienen banderitas de algunos países del mundo. Pero esta no es una constante.
La fama de rumba se la ganaron los hostales porque existen algunos en los cuales, según cuentan huéspedes extranjeros, hay rumba todo el tiempo. Quien vaya en otro plan más sosegado no puede cumplirlo. Dicen que en algunos de ellos expenden drogas o, por lo menos, dejan consumirla.
Esos problemas, los de las confusiones y el de la droga, los atacan de diversos modos. Uno, de modo particular, como dice Claudia, la del Hostal Medellín, estableciendo normas de convivencia.
En su hostal, cuenta, es posible que los huéspedes hagan una fiesta o se reúnan a tomarse unas cervezas, "pero para eso está el patio".
Conocer personas
"Los hostales son buenos para conocer gente de Colombia y de muchos países- cuenta Thomas, un muchacho de Minnesota que se decidió a hacer un viaje por Suramérica, comenzando por Medellín, y con los ahorros de un año de trabajar la construcción, porque su novia lo dejó. Se compró un charango y se la pasa tocándolo. Dice que también desea aprender a tocar acordeón y a hablar el español fluidamente, y que ya no piensa tanto en esa chica-. En el hostal Medellín me he encontrado con gente de muchas partes, japoneses, coreanos, argentinos y franceses".
Quienes van a quedarse en un hostal deben ser personas de espíritu sociable.
"Es imposible no hacer amigos", comenta Thomas, abrazando su charango sin tocarlo. "Aquí vienen algunos, como un japonés que ya se ha hecho muy amigo nuestro, pero que no mira a nadie. Apenas saluda y se concentra en su computador todo el día", dice Claudia.
Ella muestra como tesoros del hostal, cuadernos llenos de notas de los huéspedes. Mensajes en lenguas distintas, hasta en español, y en letras de alfabetos diferentes. Hay mensajes de japoneses, chilenos, gringos, españoles, croatas, árabes... acompañados casi todos con el dibujo de la bandera de su nación y una moneda o un billete de su país.
"Recomendación para viajeros: para el aguardiente no hay antídoto. Para Medellín tampoco. Así que hágale pues. Déjese picar por la gente, por el paisaje, por la salsa y por el tango. Muchas las frutas. Huele a flores. Si se larga a llover, mójese que ya pasa...". Es lo que dejó dicho un argentino en uno de los cuadernos de Claudia.
PARA SABER MÁS
LOS JAPONESES SON LA MAYORÍA
EN DEFINITIVAPese a que en la jerga paisa hostal se relaciona con motel, la realidad no es así. En la ciudad abundan los hostales, que son hospedajes de bajo precio para extranjeros mochileros.En los hostales de Medellín, muchos ubicados en el sector de El Poblado, es común encontrar que se habilitan muchos espacios para que los huéspedes compartan algo más que un saludo.
Estos son ideales y necesarios para que los viajeros hablen de las costumbres de sus países, comparten canciones, bebidas, comidas e interactúen. Aunque no es una norma que lo hagan.
Una curiosidad es que del Japón llega gran cantidad de turistas a ellos, tal vez sean mayoría.