Por ocupar las llamadas plazas en las que tienen dominio grupos de jóvenes y en algunos casos, unas bandas criminales, a informales les exigen cuotas para trabajar en el lugar.
Si usted se ubica en un semáforo con buen tráfico o en una esquina concurrida de Medellín a vender algún producto legal o pirata, comprobará que no pasarán diez minutos sin que alguien se le acerque a preguntarle por el permiso del jefe de la plaza o, de lo contrario, es expulsado de allí bajo amenazas.
Consultado sobre esta problemática, uno de los jóvenes que trabaja en una avenida del centro confesó que por allí se mueve una especie de "convivir" que domina todas las actividades económicas, en especial las informales. En el caso del sitio donde él se hace, calculan la rentabilidad y al fin del día tiene que cancelar un mínimo de tres mil pesos.
"Nos dicen que son un combo y que detrás de ellos está un fuerte de la "Oficina", pero no sabemos quién es el jefe, porque son muy vivos. Mandan a cobrar a distintas horas y lo hacen con diferentes personas, en algunos casos, menores de edad. Ellos también mandan otras personas a trabajar donde estamos y nos advierten que es un protegido de ellos y no podemos oponernos", denunció.
En otra concurrida avenida de las afueras del centro de Medellín un joven, que limpia parabrisas, exigió dinero para informar quién le cobraba la contribución y las placas del vehículo en que se movilizaba.
Indicó que allí trabajan con él otros cinco muchachos y no permiten que llegue nadie más porque esa es su plaza desde hace seis años y no se la van a dejar quitar por eso tienen quién responda por ellos.
En un semáforo del occidente de Medellín donde hay poco tráfico, un hombre, de unos 35 años, manifestó que como él no paga tiene que estar moviéndose por sectores poco concurridos y que por eso fue desterrado del sector de Coca Cola, donde lo amenazaron con un machete.
Andrés Preciado, investigador de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit, indicó que en una indagación de economía criminal que realizaron en el Centro encontraron un escenario propicio para cierto control criminal a actividades de informalidad, como limpiar parabrisas, acrobacias, venta de libros, CD y DVD piratas, confites, chicles y cigarrillos.
Allí, dijo, algunos, que se hacen llamar convivir en el caso del centro imponen un monopolio y generan intimidaciones, porque la dinámica del semáforo no permite más de tres actividades ya que más gente les quita espacio.
El secretario de Seguridad de Medellín, Arnulfo Serna, indicó que aunque casi nunca los denuncian, porque las víctimas se sienten protegidas, sí han detectado en algunos sectores de la ciudad, en especial en el centro, la presencia de bandidos que tienen el control. "Si alguien quiere vender dulces o hacer cualquier actividad en la que obtiene dinero, le caen y le dicen que tiene que pagar la cuota y para sembrar temor les dicen a las víctimas que son de "La Oficina", de las convivir, de las Farc o "urabeños" y así hacen que les paguen".
Informó que la conformación del nuevo Gaula tiene entre sus metas combatir esta "microextorsión", para lo cual es necesaria la colaboración ciudadana con las denuncias y aprovechar la visita de cuatro días que realizará esta semana el Fiscal.
Luis Fernando Quijano, presidente de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), aseguró que en la dinámica del conflicto que vive el Valle de Aburrá donde hay presencia de grupos armados todo tipo de economía que tenga ingresos es objeto de cobro. En algunos peajes la gente que vende papitas y mecatos tiene que pagar, o sea los más humildes del trabajo tienen que cancelar la llamada vacuna a ilegales que se consideran dueños del espacio público y lo arriendan.
Los que hacen malabares en semáforos, limpian parabrisas y venden confites en muchos sitios son objeto de esas microextorsiones.
El sociólogo y politólogo Max Yuri Gil, director de la Corporación Región, indicó que tanto en los barrios, donde hay controles por parte de los combos criminales, como en el centro donde reviven las llamadas "Convivir", se presentan estos cobros, en especial a quienes trabajan informalmente.
Denunció que, en algunos sectores del Centro, se pueden encontrar tipos de civil que encalambran con un dispositivo eléctrico -'tábano'-, levantando indigentes que duermen en las aceras, recicladores, e intimidando a quienes se ubican con sus ventas que no tienen sus permisos, porque no pagan.
El comandante de la Policía Metropolitana de Medellín, general José Ángel Mendoza, dijo que el nuevo Gaula tiene como consigna hacerle frente a la "microextorsión" que es la que más afecta al ciudadano y ya empezó a tener resultados positivos.
Los semáforos se han convertido en la única opción de empleo para centenares de personas, situación que aprovechan cabecillas de algunas bandas para incrementar sus ganancias, delito que se pude combatir con la denuncia.
PARA SABER MÁS
CONDENA SIN PRECEDENTES
Una dura tarea tiene el nuevo Gaula urbano para hacerle frente a las extorsiones contra informales por la falta de denuncias.
EN DEFINITIVALa semana que pasó se conoció un fallo del Juzgado Cuarto Penal del Circuito Especializado de Medellín que condenó a penas de 25 años de cárcel a ocho miembros de una convivir del centro, entre ellos una mujer que se dedicaba a cobrarles microextorsiones a vendedores informales, en especial a los de minutos a celular. El fallo se logró gracias a las denuncias.
Si usted se ubica en un semáforo con buen tráfico o en una esquina concurrida de Medellín a vender algún producto legal o pirata, comprobará que no pasarán diez minutos sin que alguien se le acerque a preguntarle por el permiso del jefe de la plaza o, de lo contrario, es expulsado de allí bajo amenazas.
Consultado sobre esta problemática, uno de los jóvenes que trabaja en una avenida del centro confesó que por allí se mueve una especie de "convivir" que domina todas las actividades económicas, en especial las informales. En el caso del sitio donde él se hace, calculan la rentabilidad y al fin del día tiene que cancelar un mínimo de tres mil pesos.
"Nos dicen que son un combo y que detrás de ellos está un fuerte de la "Oficina", pero no sabemos quién es el jefe, porque son muy vivos. Mandan a cobrar a distintas horas y lo hacen con diferentes personas, en algunos casos, menores de edad. Ellos también mandan otras personas a trabajar donde estamos y nos advierten que es un protegido de ellos y no podemos oponernos", denunció.
En otra concurrida avenida de las afueras del centro de Medellín un joven, que limpia parabrisas, exigió dinero para informar quién le cobraba la contribución y las placas del vehículo en que se movilizaba.
Indicó que allí trabajan con él otros cinco muchachos y no permiten que llegue nadie más porque esa es su plaza desde hace seis años y no se la van a dejar quitar por eso tienen quién responda por ellos.
En un semáforo del occidente de Medellín donde hay poco tráfico, un hombre, de unos 35 años, manifestó que como él no paga tiene que estar moviéndose por sectores poco concurridos y que por eso fue desterrado del sector de Coca Cola, donde lo amenazaron con un machete.
Andrés Preciado, investigador de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit, indicó que en una indagación de economía criminal que realizaron en el Centro encontraron un escenario propicio para cierto control criminal a actividades de informalidad, como limpiar parabrisas, acrobacias, venta de libros, CD y DVD piratas, confites, chicles y cigarrillos.
Allí, dijo, algunos, que se hacen llamar convivir en el caso del centro imponen un monopolio y generan intimidaciones, porque la dinámica del semáforo no permite más de tres actividades ya que más gente les quita espacio.
El secretario de Seguridad de Medellín, Arnulfo Serna, indicó que aunque casi nunca los denuncian, porque las víctimas se sienten protegidas, sí han detectado en algunos sectores de la ciudad, en especial en el centro, la presencia de bandidos que tienen el control. "Si alguien quiere vender dulces o hacer cualquier actividad en la que obtiene dinero, le caen y le dicen que tiene que pagar la cuota y para sembrar temor les dicen a las víctimas que son de "La Oficina", de las convivir, de las Farc o "urabeños" y así hacen que les paguen".
Informó que la conformación del nuevo Gaula tiene entre sus metas combatir esta "microextorsión", para lo cual es necesaria la colaboración ciudadana con las denuncias y aprovechar la visita de cuatro días que realizará esta semana el Fiscal.
Luis Fernando Quijano, presidente de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), aseguró que en la dinámica del conflicto que vive el Valle de Aburrá donde hay presencia de grupos armados todo tipo de economía que tenga ingresos es objeto de cobro. En algunos peajes la gente que vende papitas y mecatos tiene que pagar, o sea los más humildes del trabajo tienen que cancelar la llamada vacuna a ilegales que se consideran dueños del espacio público y lo arriendan.
Los que hacen malabares en semáforos, limpian parabrisas y venden confites en muchos sitios son objeto de esas microextorsiones.
El sociólogo y politólogo Max Yuri Gil, director de la Corporación Región, indicó que tanto en los barrios, donde hay controles por parte de los combos criminales, como en el centro donde reviven las llamadas "Convivir", se presentan estos cobros, en especial a quienes trabajan informalmente.
Denunció que, en algunos sectores del Centro, se pueden encontrar tipos de civil que encalambran con un dispositivo eléctrico -'tábano'-, levantando indigentes que duermen en las aceras, recicladores, e intimidando a quienes se ubican con sus ventas que no tienen sus permisos, porque no pagan.
El comandante de la Policía Metropolitana de Medellín, general José Ángel Mendoza, dijo que el nuevo Gaula tiene como consigna hacerle frente a la "microextorsión" que es la que más afecta al ciudadano y ya empezó a tener resultados positivos.
Los semáforos se han convertido en la única opción de empleo para centenares de personas, situación que aprovechan cabecillas de algunas bandas para incrementar sus ganancias, delito que se pude combatir con la denuncia.
PARA SABER MÁS
CONDENA SIN PRECEDENTES
Una dura tarea tiene el nuevo Gaula urbano para hacerle frente a las extorsiones contra informales por la falta de denuncias.
EN DEFINITIVALa semana que pasó se conoció un fallo del Juzgado Cuarto Penal del Circuito Especializado de Medellín que condenó a penas de 25 años de cárcel a ocho miembros de una convivir del centro, entre ellos una mujer que se dedicaba a cobrarles microextorsiones a vendedores informales, en especial a los de minutos a celular. El fallo se logró gracias a las denuncias.