Lucía González, designada Consejera para la Vida, la Reconciliación y la Convivencia, plantea que falta una reflexión honda de lo que pasa en Medellín.
Este momento es parecido al de los años 90 cuando el Gobierno Nacional creó la Consejería Presidencial para Medellín. Así lo asimila Lucía González, la exdirectora del Museo de Antioquia, quien próximamente ocupará la Consejería para la Vida, la Reconciliación y la Convivencia, cargo para el que fue designada por el alcalde, Aníbal Gaviria.
¿Qué nos pasa? Es una pregunta con la que arrancará, porque considera que cuando la ciudad se abre a la reflexión y todos -habitantes, gobernantes, empresarios- llegan allí, surgen grandes proyectos de futuro.
¿Cómo define vida, reconciliación y convivencia?
"El plan de desarrollo Un hogar para la vida, concreta que es la vida lo más importante y verla no en el sentido material sino en lo más profundamente humano y la necesidad de entender qué pasa en la cultura y qué de la cultura es necesario transformar para vivir armónicamente. Avanza en la concepción de la seguridad y de la convivencia. El Alcalde ha dicho que su centro está en la vida y la equidad. Es decir, el derecho a una vida plena, a ser valorados".
¿Se necesita la Consejería?
"Lo que pasa no es un asunto desligado de la cultura, porque no se resuelve solo con la fuerza pública, sino con una mirada integral. Que entendamos que las relaciones y los seres humanos obedecen a acumulados culturales que es posible que sea necesario recomponer o valorar".
El Alcalde le pidió desarmar los espíritus y sacar a jóvenes y niños de la violencia y la drogadicción. ¿Cómo lo hará?
"Lo importante es destacar la prevalencia de las cosas buenas de esta cultura y potenciarlas. Qué hay que resolver para que el proyecto de vida lleve a los jóvenes a una vida sana. No solo lo material sino qué esperanza hay por delante para que la decisión sea la vida y no la muerte. Se parece este momento al de la Consejería Presidencial (años 90 con la consejera María Emma Mejía) en que es necesario preguntarse qué nos pasa, no qué les pasa a esos muchachos que se matan. ¿Qué nos pasa que no resolvemos la violencia?".
¿Sí hay suficientes oportunidades para los jóvenes?
"Podría ordenarse la oferta de manera llamativa, pero requiere comprensión de lo que los muchachos quieren. No es problema de plata, es de lugar. Si fuera plata, se resuelve con subsidios. Los hip hoperos se dan un nombre. No es que les produzca plata, la mayoría viven situaciones precarias, pero tienen un lugar, son alguien. Tienen valoración de sí mismos y son valorados por los otros".
¿Cuál será su aporte?
"Escuchar. Sumar. Hay organizaciones sociales y un sector privado atento. Falta una reflexión honda sobre lo que nos pasa. Hemos logrado cosas es cuando hacemos una reflexión. Lo que aportó esa Consejería en los 90 fue la reflexión colectiva".
¿Qué nos pasó y qué pasa hoy?
"No habíamos visto los sectores populares, no tenían voz y presencia. Hoy, a pesar de todo, los barrios están más vinculados a la historia de la ciudad. Entender que la cultura paisa tiene dos lados: el creativo y el de la ambición desmedida que hace que hagamos cualquier cosa. Hay destrucción del capital social, pero también pocas ciudades tienen tantos interlocutores como hoy. En esa época nos sentamos todos, desde Nicanor Restrepo hasta los muchachos de Convivamos. Eso hay que fortalecerlo: dialogar como pares y construir un proyecto común".
¿Cómo lograr más justicia donde hay tanta impunidad?
"Hemos pedido mucho a los pobres y poco a los ricos. Les hemos dicho que se pacifiquen, que se ordenen, que ahorren, pero hay que hacer un trabajo de conciencia en las clases altas que tienen un compromiso mayor con la equidad y la justicia social".