
En Rionegro nunca terminaron la prisión. Hoy, la sobrepoblación carcelaria en el país es de 50.4%.
Que una edificación ideada para 800 presos, hoy esté ocupada solo por tres terneras, es el colmo en un país donde el nivel de hacinamiento carcelario es del 50.4% de sobrepoblación.
A la fallida cárcel de Cuatro Esquinas, en Rionegro, no la custodian guardias del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), sino un humilde ordeñador de vacas que pasa los días vigilando una estructura en la que ni los fantasmas hacen presencia.
"Donde uno encuentre una cosa de esas, ¡muere ahí mismo.", dice Norberto Restrepo, de 70 años, abriendo los ojos bajo la visera de su sombrero.
Hace 18 años le fue encomendada la celaduría del terreno, ubicado en límites con Marinilla y El Carmen. Tres perros criollos, a los que no ha querido ponerles nombres, lo acompañan en las jornadas.
"Mucha gente les tiene nombre a sus perritos, yo sí reconozco eso, pero estos son unos criollitos ahí", justifica, haciendo ademanes para resaltar que identificarlos es un ritual de escasa importancia.
La construcción de 12.400 m2 tiene un patio central, tres garitas y cerca de 100 salones repartidos en tres bloques de dos pisos. Nunca sus oxidados barrotes aplacaron a los convictos, solo helecho y musgo trepan por sus muros, que sirven de nido a las aves caravanas y de pesebrera para las terneras de Norberto.
- "¿Por qué nunca la terminaron?", le pregunto.
- "No sé, cuando llegué el monte tapaba todo eso".
Proceso de abandono
En 1970 se aprobaron los diseños para lo que sería la futura Cárcel Distrital de Rionegro, la cual fue concebida como un proyecto de la Nación, liderado por el Ministerio de Justicia a través de la desaparecida Dirección General de Prisiones.
Los registros de ese entonces parecen perdidos en el tiempo. El secretario de Planeación de Rionegro, Jorge Urrea, confiesa que en su despacho no hay un solo documento sobre el principio de la obra. "Es que esto antes era una Patria Boba".
En el Inpec tampoco están, según voceros del Instituto, que remitieron a este diario a buscar en el Archivo Nacional. y Planeación Departamental está renovando la biblioteca de Catastro, por lo que hay un aparente caos documental por el momento.
Parte de esa historia se reconstruye con las crónicas de antaño. El 16/5/72, El Colombiano informó que se aprobó una partida inicial de un millón y medio de pesos para el recinto; el 25/6/72, que la construcción iniciaría la semana siguiente, con un presupuesto de $8 millones y capacidad para 800 internos.
A los dos años (01/9/74), el periódico denunció que los trabajos eran "muy lentos" debido a la "falta de dinero". Para el 17/8/80, el cimiento estaba agonizando: "Las autoridades deben persistir ante la Dirección de Prisiones para que defina la situación de estancamiento en la cárcel. La maleza va tapando lo escasamente levantado. En un tiempo se pensó convertir esa área en una central mayorista".
Para el 21/7/81, la inversión estatal malgastada iba en $10 millones y se planeaba destinar otros dos para revivirla. A precio de hoy, aquellos $10 millones de 1972 equivalen a $4.107 millones aproximadamente (según actualización ajustada a los índices de inflación de los últimos 40 años).
Mientras el moho se esparcía por los ladrillos, el 28/11/82 se publicó que "por falta de $30 millones no fue posible terminar la primera planta de la nueva cárcel".
Algunos indigentes hicieron guarida y hurtaron lozas y varillas, incluso escondían allí bicicletas hurtadas.
Y en 1993 le llegó la muerte al proyecto. "El Municipio, de forma irrazonable, llevó a cabo una subasta del predio y este terminó en manos de particulares, en vez de haber desarrollado una propuesta en beneficio de la comunidad", expresa el secretario Urrea.
Él no esconde su decepción por lo que ocurrió y va más allá: "Nunca se hizo un cuestionamiento sobre los dineros allí invertidos y se perdieron miles de millones de pesos. Nunca se hizo un ejercicio de responsabilidad administrativa ni fiscal, mucho menos para los funcionarios que llevaron a cabo la gestión desde el orden nacional".
El concejal Gregorio Orjuela coincide en que "nadie se responsabiliza de los recursos públicos invertidos ahí".
Pero, ¿qué fue lo que ocurrió para que la obra, como un hielo colocado en un fogón, se extinguiera a fuego lento?
Del imaginario de los vecinos de la zona surgen varias versiones. El mayordomo Julio Ramírez cree que "la guerrilla no dejó hacer eso, ponían bombas y lo que había lo iban tumbando".
Su colega de otra finca, Jesús Gómez, cuenta que "la comunidad se opuso y por eso lo pararon". Y la tendera Doralba Morales narra que "los jugadores del club de golf La Macarena no quisieron esa cárcel, porque iba a quedar al lado de ellos".
Para el concejal Orjuela, "se habla de intereses de gente muy influyente que no permitió que esa cárcel se culminara. Colindaba con tierras muy costosas, donde se desarrollaban actividades deportivas".
De todo, menos una cárcel
Un informe del Inpec, fechado el 08/2/2013, expone una situación preocupante en las 142 cárceles bajo su tutela.
"A raíz de la sobrepoblación que registran los penales hace años, el número de cupos que tienen los establecimientos fue excedido por la cantidad de internos que ingresan a diario", reza el documento.
Al final de 2010, el hacinamiento era del 24.2%; en 2011, de 32.8%; y en diciembre de 2012, 50.4% de sobrepoblación, producto de amontonar a 113.884 reos en espacios para 75.620 cupos.
La proyección que hace el Inpec para diciembre de 2013 es que habrá 130.900 personas apretadas detrás los barrotes.
En los principales establecimientos de Antioquia se refleja la crisis: El Pedregal tiene capacidad para 1.130 internos, pero hay 1.200; Itagüí, para 478, y alberga a 715; y a Bellavista la crearon para 2.500 presos, y padece a 7.500 apeñuscados.
Frente a esa realidad, un espacio como el de Cuatro Esquinas sería un bálsamo, mas en los planes de nadie está reanudar el proyecto.
El ingeniero José Fernando Escobar representa a los 5 socios privados que poseen el predio. Asegura que no han recibido propuestas para relanzar la cárcel, menos del Inpec. "Según estudios, sería mejor y más rentable adaptarlo como institución educativa, para uso residencial, bodegas o servicios de salud", dice.
Tanto el secretario Urrea como el ingeniero Escobar piensan que la estructura se puede salvar con adecuaciones, que no es necesario demolerla. Ya hubo conversaciones preliminares entre las partes y la Alcaldía está interesada en recuperar la tierra y el edificio, más que todo para hacer un centro educativo.
No obstante, aún no se habla de cifras, no hay planes concretos ni firmas rubricadas. La cárcel fallida, mientras tanto, seguirá siendo un monumento al despilfarro, donde los únicos internos son tres terneras y tres perros sin nombres.
PARA SABER MÁS
CARACTERÍSTICAS DEL TERRENO
Gustavo Saldarriaga, director de Catastro de Rionegro, dice que el área del predio es de 43.000 metros cuadrados en un suelo de expansión urbana. El secretario de Planeación, Jorge Urrea, considera que el avalúo comercial, incluyendo el edificio, sería de $16.200 millones. Pese a esto, el representante de los dueños, José Escobar, afirma que en los diálogos no se ha hablado de cifras aún.
EN DEFINITIVA
Ni la Alcaldía de Rionegro piensa revivir una cárcel en su suelo, ni los dueños del predio han recibido propuestas del Inpec.