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A Marta le dieron su casa sin poner tutela

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EL CASO OCURRIÓ en el municipio de Fredonia, donde esta señora, llegada de Medellín, vivía casi a la intemperie, en las peores condiciones de miseria. En este pueblo, la gente se enseñó a interponer tutelas para conseguir que les dieran casas o se las arreglaran.
Cuando ni lo soñaba y prácticamente estaba resignada a vivir casi a la intemperie, a Marta Cecilia Osorio le resultó casa.

A esta señora, que huyó de Medellín a Fredonia por amenazas de muerte, le tocó arrinconarse en un pedazo de tierra al lado de la casa de su hermana, en una vereda a media hora del pueblo.

Pero lo que armó allí no fue mucho. Sobre el barro puso unos palos y plásticos y allí se encerró con sus cuatro hijos: Marisol, Andrés, Francisco y Diego, de 13, 8, 5 y 2 años, respectivamente.

Expuesta a empaparse con los aguaceros y a padecer toda clase de limitaciones, porque no tenía ni camas, esta familia se resignó a su suerte, pero "por lo menos salvamos la vida, porque nos iban a matar", confiesa Marta. Así vivieron cinco años.

Huérfana de padres, su hermana no le pudo ayudar mucho, pues sufre una pobreza similar. Lo único que le dio fue el pedacito de suelo para que ella armara su rancho. El resto, caridad. Vecinos que le llevaban comida o le regalaban ropa para sus niños. Y nada más.

Y cuando todo era desesperanza, apareció la providencia, que llaman, como para salvar la situación. En una visita a la vereda, la Alcaldía y el Procurador de Fredonia conocieron el caso.

"El cuadro fue conmovedor y decidimos ingeniarnos la manera de salvar a esta familia", comentó el exalcalde Carlos Mario Londoño.

Como no había recursos y tampoco era posible invertir en un terreno sin escrituras, se optó por la autogestión y la solidaridad. Y se hizo lo siguiente: de las obras que se hacían en Fredonia se fueron sacando materiales: un bulto de cemento de allí, 30 adobes que sobraron de allá, tubería que quedó de las reformas a la escuela y así sucesivamente.

Al tiempo, los obreros del Municipio y estudiantes del Sena aportaron mano de obra. Guiados por el jefe de Obras, Jairo Calle, en convites se iban a la vereda los fines de semana y fueron levantando la casa.

Y cuando menos pensaron, doña Marta y sus chicos tenían un techo para vivir, si no con lujos, por lo menos con dignidad. El día que se pasó, Marta ni lo creía.

"Fue el día más feliz de mi vida. Yo soy sola y no tengo ayuda de nada, gracias al exalcalde Londoño y todas esas personas, tengo un techo".

Tutela tras tutela
Esta obra requirió muy pocos recursos de la Administración y le dejó al alcalde anterior una lección: este modelo de solución se puede aplicar en otros casos y otros municipios, pero más en Fredonia, donde ocurre algo sui géneris: gran cantidad de mejoras a las viviendas hay que hacerlas por tutela.

"Tuvimos que arreglar casi 50 casas por orden de un juez que fallaba tutelas, incluso de gente que tenía con qué arreglarlas. Es un caso único y lo hablé con varios alcaldes y a ninguno le pasaba. Eso lo demandé ante instancias superiores", comentó Londoño cuando aún estaba al frente de la administración.

Fueron casi 500 millones de pesos los que se gastó la Alcaldía cumpliendo tutelas.

Armando Baena, Procurador del Suroeste, admitió que hubo que acudir mucho a este mecanismo para lograr dignificar muchas casa.

Al tiempo, destacó lo que se hizo con doña Marta y sus hijitos, "es un modelo que se puede replicar, porque está basado en la solidaridad y la autogestión, hasta esos niñitos cargaban adobes para terminar la casa", recalcó.

La pobreza para doña Marta sigue. Pero al menos, bajo un techo, es más llevadera la carga de las necesidades.

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