El municipio de vocación agrícola y turística tiene solicitado el 98% del territorio para concesiones de exploración. Comunidad y autoridades se niegan a que transformen su esencia.
Mientras a orillas del río Dojurgo, Jorge Rendón profesa una suerte de devoción por las manchas de tierra color azafrán, porque presume que bajo esos asomos se esconde un tesoro, en la zona urbana de Jardín se teje una verdadera resistencia de comunidad y autoridades por el temor de que su territorio se disponga para la explotación minera de cualquier tipo.
El Dojurgo, caudaloso y de aguas heladas, nace en el cerro San Rafael, entre Jardín y Riosucio (Caldas), y es uno de los afluentes que dan vida al San Juan, el río tutelar del Suroeste, que más abajo alimentan el Bolívar y el Tapartó.
En la vereda La Floresta, el Dojurgo se encañona y hasta hace pocos meses, en sus riberas se asentó un grupo de mineros informales del Bajo Cauca, que alcanzó a intervenir una parte del lecho en busca de oro, hasta que los sacó la Policía.
Pero en Jardín no asusta tanto la presencia de buscadores artesanales como la posible llegada de multinacionales a explorar en sus parcelas dedicadas a cultivos tradicionales y áreas de conservación.
Según información que posee la administración municipal, el 98 por ciento de su territorio, que comprende 222 kilómetros, es decir, 22.200 hectáreas, está solicitado en concesión para fases de exploración.
Y el subsecretario de Desarrollo Rural y Medio Ambiente de Jardín, Germán Buitrago, asegura que ya se entregaron tres títulos para explorar.
Uno de 1.100 hectáreas y otro de 1.200 hectáreas, ambos a la firma Júpiter SOM. El tercero, en 500 hectáreas, que también toca territorios de Jericó y Andes, se concedió a la Anglogold Ashanti, contra las que no se conocen denuncias, pero cuyos voceros tampoco respondieron a los contactos hechos.
La preocupación de Buitrago y de los jardineños es que uno de los títulos está en las veredas Quebrada Bonita y La Herrera, donde nacen los ríos que surten el acueducto municipal.
Otro comprende las veredas Gibraltar, Santa Gertrudis, el Alto del Indio y La Arboleda, donde está más arraigada la producción agrícola y cafetera.
Por eso el concejal Horacio Mesa Palacio sostiene que si la minería llegara a Jardín, vendría a destruir su entorno paisajístico, ecológico y agrícola.
No quieren plata sin tierra
En Jardín, la minería se ha vuelto un tema de tertulia amarga en sus cafés. La hermana Leticia Velásquez, recién llegada de Perú, dice que si hasta ahora han vivido sin la explotación, qué necesidad tienen de dañar la naturaleza porque tanto la ilegal como la legal, destruyen.
Para la religiosa es preferible una pobreza digna porque, pregunta, ¿para qué plata en un desorden de vida y con tierras acabadas?
A Alicia Jaramillo, cuñada de la monja, le duele que en esta crisis cafetera algunos se vean tentados y abandonen lo que ha sido toda su vida.
A un líder de la comunidad estudioso del tema, Carlos Alberto Gómez, le parece contradictorio que desde el Ministerio de Minas se nieguen títulos a familias que ancestralmente han vivido de la actividad por no cumplir requisitos ambientales, "pero los entregan a compañías extranjeras por miles de hectáreas en zonas de reserva, en parques de protección, incluso en páramos".
"Más que contradictorio -dice-, esto es un descaro".
Otro concejal, Carlos Arturo Jaramillo, dice que el Suroeste tiene características geomorfológicas especiales, en cuanto a volcanismo, sismicidad, movimientos en masa y deslizamientos, que no soportarían toneladas de explosivos para la voladura de materiales que se utilizan en la explotación.
Con una perspectiva espiritual, el párroco Luis Fernando Restrepo Caicedo, se solidariza con la preocupación del pueblo que -destaca- es de gran tradición religiosa y cultural y conserva valores que otros han perdido. "En ese proyecto vemos un peligro y un riesgo claro", dice, pero no como una negación al desarrollo, sino por los espejos de otros lugares donde se degeneró lo social.
La resistencia -advierte- es a una explotación descontrolada e irracional y a un afán desmesurado por el dinero, porque a la luz de la palabra de Dios, el hombre no es dueño de nada, sino administrador.
Para traducir en decisiones el sentir de la comunidad, el concejal Horacio Mesa Palacio subraya que en el Concejo se discute un proyecto de acuerdo para "blindar" al municipio contra la minería.
La iniciativa pretende excluir a Jardín del catastro minero, con el fin de marcar un precedente regional para que en los demás municipios del Suroeste que enfrentan el mismo problema, sus concejales aprueben acuerdos similares.
Ya en mayo, a través de un cabildo abierto, se solicitó la exclusión de la minería como actividad económica del plan de desarrollo municipal, que así lo dejó consignado.
Pero en el pequeño plante que levantó a orillas del Dojurgo, al que se fue a vivir hace seis años, Jorge Rendón cree que podrá encontrar oro sin dañar ni envenenar el río.
En el parque, la hermana Leticia quisiera responderle con la triste historia de Paimadó, un pueblito que conoció en el Chocó. "Allá explotaron oro en el río, lo dragaron y lo dejaron totalmente destruido", advierte.
2.800
hectáreas, suman los tres títulos que se encuentran en fase de exploración en veredas agrícolas de Jardín.
OPINIONES
UN PROBLEMA DE FONDO: LA CAFICULTURA
JOSÉ LEÓN FRANCO
Líder cafetero
Entre dos males, el menos peor es una minería legalizada, con plan de manejo ambiental y una veeduría social efectiva. Esto hay que mirarlo con cabeza fría, no me gusta, pero tampoco me cierro, hay que socializarlo más. Aquí hay un problema de fondo porque la caficultura no da, no hay créditos de fomento para el agro y el apoyo no va más allá de anuncios. ¿Dónde está el respaldo a la seguridad alimentaria?
ANTECEDENTES
PRECEDENTES DE SUSPENSIÓN EN CARAMANTA
El 18 de mayo de este año, Corantioquia notificó que la compañía minera canadiense Caramanta Conde Mine, venía haciendo un uso ilegal de los recursos naturales en el Distrito de Manejo Integral Cuchilla Jardín-Támesis, y le ordenó suspender las actividades de exploración.
Entre las razones de la Territorial Cartama, se expuso que la compañía hizo uso del caudal de agua para el proceso de exploración, construía una vía para el transporte, utilizó "grandes cantidades de árboles nativos" y construyó un helipuerto, todo sin la autorización previa de Corantioquia.
ANÁLISIS
VÁLIDO QUE EL SUROESTE CONSTRUYA SU MODELO
ALEJANDRO GONZÁLEZ
Director de la Corporación autónoma Corantioquia
Conocemos de primera mano las perspectivas tanto de alcaldes como de un gran movimiento social que se gesta en el Suroeste, diciendo no queremos la minería. Ya tuvimos una reunión de articulación en Jericó con alcaldes y las secretarías de Minas y de Ambiente.
Las autoridades ambientales intervenimos en dos momentos dentro del proceso. Una vez se tiene un título minero por un particular y se inicia el proceso de exploración, ellos requieren un permiso de estudio de exploración, pero con la autoridad ambiental sólo tienen que hacerlo en caso de utilizar algún recurso natural. Es decir, si necesitan agua y requieren un aprovechamiento forestal. Algunas lo requieren, otras no.
En Suroeste se dan algunos procesos de exploración, pero no necesariamente han pasado por Corantioquia porque la normatividad no lo exige.
Una vez termina la exploración, que en las concesiones mineras puede demorar unos meses o años, y se pasa a la explotación, se requiere licencia ambiental de nuestra parte. Allí se revisan de manera integral todos los aspectos y se define si es posible otorgarla o no.
Lo que sucede en Suroeste es bien particular: lo que se manifiesta en la zona es querer un modelo de desarrollo diferente. No queremos calificar si la minería es buena o mala, sino si cumple o no la normatividad, pero creemos que es válido que las regiones construyan un modelo, y es evidente que el Suroeste se ha desarrollado a partir de uno asociado al café y la agricultura en general.
EN DEFINITIVA
Jardín, Jericó y Támesis se han convertido en epicentro de un movimiento regional en contra de que la minería se asiente en el territorio del Suroeste antioqueño.