Son 23 hombres y mujeres del grupo Ángeles de Medellín. Educan y dan recursos.
En la Medellín que es difícil ver desde el Centro, donde las condiciones de pobreza son extremas y tener un techo de eternit es casi un privilegio, ángeles sin alas, que hablan inglés y que llegaron sin mucho dinero, trabajan con la esperanza de reunir recursos para mejorar las condiciones de vida a familias vulnerables.
Marcos Kaseman es uno de esos ángeles. Hace seis años llegó a Medellín siguiendo a unos misioneros de Estados Unidos que lo llevaron hasta Regalo de Dios, un sector de invasión en límites con Bello al que, incluso, la pavimentación no ha llegado por completo.
Desde entonces, junto con 23 voluntarios de todo el mundo que lo han contactado a través de su grupo en Facebook, mientras llegan a conocer o a estudiar en la ciudad, Kaseman les arrebata los niños a las calles y les ofrece más oportunidades de vida a través de la fundación Ángeles de Medellín.
Catalina , por ejemplo, tiene siete años y asiste todos los días llena de entusiasmo a las clases de inglés, sistemas y hasta fútbol americano que el grupo de extranjeros ofrece de forma gratuita a ella y a cerca de 70 niños en Ángeles de Medellín. "Me gusta mucho aprender", dice la niña mientras se lava las manos antes de iniciar sus labores extracurriculares.
Hay otros menores que no pueden asistir a las clases y que necesitan otro tipo de ayudas de carácter urgente. Alexandra, de 10 años de edad, es una de ellos. Una fuerte dermatitis la tiene casi aislada y Alba David, su madre, no tiene los recursos para pagarle un buen especialista y menos para cubrirle las costosas medicinas del tratamiento.
Por eso Ángeles de Medellín ha tocado puertas para que con medicamentos y con la colaboración de algunos médicos y odontólogos casos como el de Alexandra no se repitan y tengan un mínimo de seguridad en salud.
"Más apoyo"
"Necesitamos libros, juguetes, medicinas, ropa y alimentos para las familias", dice el estadounidense, a través de su español lento, quien vive agradecido con todos los extranjeros que se han unido a esta causa, pero que con las donaciones que recibe no le es suficiente para los habitantes de Regalo de Dios y el barrio El Pinar.
"A veces donan mucho, o a veces nada, pero siempre logramos conseguir ayuda. Hace poco reuní una donación de 2.500 dólares de una persona de mi país", dijo el oriundo de Fairport, en Nueva York.
Para Marcos todas las ayudas son bien recibidas. Hace poco un amigo le ofreció los muebles de su casa. "Yo no lo pensé dos veces, porque varias familias no tienen nada y hasta les toca dormir en el piso, y otras han perdido muchas cosas por el invierno", dice este extranjero.
A Luz Tavera se le vino un alud de tierra en su casa y lo perdió todo. La colaboración recibida ha sido por medio de la fundación de Marcos.
"Ángeles de Medellín nos ayudó con comida y ropa porque nos quedamos solo con lo que teníamos puesto", dice la madre de cuatro hijos muy agradecida.