
Como en su origen, la escultura de Botero volvió a tener 14 pelos. Ahora, a cuidarla.
Gracias al esmero de los expertos, lo difícil pareció fácil y, en solo media hora, el Gato que el pintor y escultor Fernando Botero le regaló a San Cristóbal volvió a tener sus 14 pelos en el hocico.
Luis Fernando Molina, curador de la obra, había calculado que la labor se demoraría dos o tres horas. Pero a las 8:45 a.m. de ayer, el animal ya tenía el pelo que le hacía falta desde el Jueves Santo, cuando al parecer alguien lo partió.
Una restauración de estas cuesta tres millones de pesos. Sin embargo, el fundidor de bronce a la cera perdida y restaurador oficial de las obras del Maestro en Medellín, Armando Arango, la ejecutó gratis, en agradecimiento porque el artista donó la obra, avaluada en millón 300 mil dólares.
Solo la lluvia detuvo 15 minutos el trabajo de Arango y el pulidor, Iván Darío Atilano. Su tarea consistió en retirar la raíz que quedó en el hocico del felino, afinar la rosca y atornillar el nuevo pelo, que es igual al anterior: del mismo tono, pesa cien gramos y mide ocho centímetros de largo y tiene milímetro y medio de espesor. Le aplicaron un sellante e hidrataron la pátina.
Los curiosos preguntaron cuál era el pelo que faltaba. Quedó perfecto, señalaron los especialistas. El lunar: un joven se colgó de otro pelo del bigote y lo dobló. Por eso Sergio Horta, presidente de la JAL de San Cristóbal, invitó a los vecinos a que cuiden la escultura, patrimonio cultural del corregimiento, y pidió que no la vayan a encerrar.