Se hospedan en hostales de El Poblado y cambian el paisaje. Van al Éxito a hacer compras.
Se les reconoce fácil: bermudas, chanclas, camisetas, mochilas y, más que nada, cabellos rubios y ojos azules; y una actitud relajada, de paseo. Se les ve caminar sin mucho afán por la calle 10, desde los hostales que rodean el Parque Lleras, hasta el Éxito de El Poblado o la estación del metro.
Van a hacer compras o con la idea de desplazarse hacia los sitios que les han recomendado o que ellos mismos, en sus caminatas, han ido descubriendo. La mayoría, proviene de Estados Unidos, pero también se encuentran europeos y latinos, que van de paso en sus recorridos por Colombia o que se han ido amañando en territorio paisa.
Los Ovenell, papá, mamá y dos hijos, llegaron hace una semana a Medellín, provenientes de Barranquilla donde residen hace más o menos un año, por motivos laborales. Al llegar desde su natal Washington, cuenta Megan , la mamá, Ryan, su esposo, no sabía hablar español, pero han ido aprendiendo bien el idioma. Sus amigos de Medellín los animaron a visitar la ciudad y les gustó que no encuentran basura en las calles como en algunos sitios de la Costa. Por los niños, los museos y los parques han sido sus destinos.
Caminando cerca de la parroquia la Divina Eucaristía, con destino a Juan Valdez a buscar un buen café, iba Scott Abrams , de Nueva York, superando los 1,90 de altura y con unas gafas oscuras para resguardar el azul de sus ojos. Lo acompañó su novia Annamaria Elsery , que llegó a la ciudad para visitarlo. Él arribó en enero para estudiar español, pero les sumó a las actividades un curso de salsa. "Me gusta el clima, la gente que es muy amigable y veo que hay una buena calidad de vida". Entre sus sitios preferidos ya cuenta la Plaza Botero, Envigado y los mercados, que espera mostrarle a Annamaria.
Ya son parte de El Poblado
Carlos , un habitante de El Poblado, comentó que a los "gringos" se les ve más en las tardes y noches, cuando aprovechan los restaurantes y bares. En las mañanas hacen compras y pasan trasnochos.
La argentina Gisel Sacce trabajó fuerte para recoger el dinero suficiente para viajar a Colombia. Con su mochila en la espalda, buscó un sitio para desayunar algo típico: arepa con quesito, en La 10, para luego partir hacia la Terminal. Su siguiente parada: el Eje Cafetero. Llevaba cinco días en Medellín y en el país ya sumó 25.
"Tengo muchos amigos colombianos y quise venir a recorrer diferentes ciudades. Me ha encantado, de verdad, como dicen, el único riesgo es querer quedarse".
Esta bailarina viaja sola, pero ha hecho amigos en sus periplos. Los hostales de El Poblado le parecieron una buena opción, por precio y comodidad. Estuvo en muchos lugares, desde el Pueblito Paisa hasta Santa Elena.
Los extranjeros son parte del paisaje de El Poblado. Se les ve en parejas, solos o en familia y, ellos mismos dijeron sentirse cómodos en este sector de la ciudad, central, práctico y agradable.
Tanto que Rocío Letelier , de Chile, ha encontrado la inspiración en los parques de esta comuna, hasta donde lleva sus implementos para pintar. Esta profesional en arte visual, ya contabilizó un mes en esta experiencia de vivir Medellín.
"Aquí encontré movimiento, arte y muchos aspectos por explorar para mi profesión".
Rumbo al parque de El Poblado, Mike Green, caminó con bermudas de estilo camuflado y camiseta blanca como su piel. Es de Washington y solo conoce algunas palabras en español. Sin embargo, este educador quiso aventurarse y optó por el recorrido Bogotá, Medellín y Panamá, "Cartagena no, ¡hay mucho gringo ".
La ciudad no lo ha defraudado y, ¿por qué Medellín? "¿Why not?", respondió entre carcajadas, el que aquí se hace llamar Miguel Verde.