Habitar territorios donde los servicios están a la mano de sus habitantes es el modelo de desarrollo urbano que se impone en Medellín.
Si dentro de sus planes está adquirir vivienda a corto plazo y no ha decidido en qué sector de la ciudad o del Valle de Aburrá hará su inversión, fíjese que la zona donde residirá tenga potencial para convertirse en una centralidad urbana.
En palabras del arquitecto Adrián Becerra, director de investigación de la firma consultora Operador Urbano, "una centralidad busca reflejar en menor escala lo que sucede, o debería suceder, en un gran centro. Es decir, su objetivo es dotar a un territorio y a una comunidad con una oferta de servicios, equipamientos, comercio e infraestructuras públicas y privadas suficientes para atender sus necesidades".
Así, para llegar a ser una centralidad, ese espacio geográfico deberá estar "estratégicamente localizado y delimitado por elementos físicos, culturales y sociales. Además, es fundamental que esté atendido por servicios de transporte que lo vinculen con el resto de la ciudad", informa Carlos Alberto Ruiz, curador urbano segundo de Medellín.
En ese sentido, según este modelo de ocupación, el subdirector de Planeación Territorial, Juan Manuel Patiño, explica que "debido a que en Medellín las zonas urbanas ya están consolidadas y no tenemos para dónde crecer, los espacios que tienen potencial para convertirse en centralidad son de carácter metropolitano".
Entonces, según la lista de territorios que prometen ese tipo de desarrollos, es recomendable invertir en Niquía, La Estrella, Llanogrande, San Jerónimo, San Antonio de Prado, San Cristóbal, San Sebastián de Palmitas, Pajarito y Santa Elena.
Una solución de ciudad
Además de facilitar el acceso de la población a los servicios básicos, vale la pena replicar el modelo de centralidades porque, según Patiño, "constituyen una solución de ciudad, pues permiten estructurarla y, al mismo tiempo, evitan que la gente tenga que desplazarse grandes distancias para conseguir lo que necesita".
De ahí que otro de sus beneficios es que influyen en la disminución de la carga en la red vial. Y, asimismo, permiten que la población ahorre tiempo y plata.
Y, visto desde el panorama de la sub-urbanización, que se refiere a la tendencia contraria a la centralidad, en la que la gente elige vivir cada vez más lejos de los centros urbanos, el arquitecto Becerra asegura que "ese es un fenómeno peligroso, nocivo y costoso para los ciudadanos por los esfuerzos que implica".
Por esa razón, concluye, "definitivamente las centralidades urbanas son una modalidad de desarrollo eficiente, pues sin duda, son una oportunidad y una tendencia que atrae inversión y transformación a los territorios donde son planificadas"
ORIGEN
Las centralidades no nacieron ayer
Este modelo de desarrollo urbano, según explica Juan Manuel Patiño, "ha existido desde épocas remotas en la humanidad. Por ejemplo, durante la colonia, en Colombia las centralidades crecían alrededor de las iglesias y los parques".
Sin embargo, desde que Medellín inició el paso de la modernidad a la contemporaneidad, "la ciudad ya no está sectorizada en zonas puramente residenciales, comerciales o de diversión. En la actualidad, la idea es concentrar en un mismo espacio todos los servicios que la población requiere", puntualiza Patiño.