Así respondieron copropietarios que ayer sacaron sus enseres de las torres uno, dos, tres y cuatro. Aseguraron que no volverán.
"Hoy, 26 de noviembre de 2013, se cierra Space para nosotros. No más, se acabó el jueguito con ellos".
La expresión de Julieta Ochoa es similar a la de varias familias que ayer sacaron sus enseres de las etapas uno, dos, tres y cuatro de este edificio, cuya fase seis colapsó el 12 de octubre con un saldo de 11 personas muertas y dos heridas.
Dolor, nostalgia y un poco de alegría por recuperar algunas cosas se mezclaron en la primera jornada de trasteos de 72 viviendas, que se estima irán hasta el 6 de diciembre.
En medio del silencio, como obreros, los copropietarios entraron con cascos y tapabocas. Cuatro familias podían ingresar en la mañana y cuatro en la tarde.
Bajaron al rato con televisores, almohadas y hasta con bafles gigantes que sorprendieron a más de uno.
Los acompañaron socorristas y funcionarios del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd) y de CDO, la constructora de esta edificación.
Frente a los parqueaderos esperaron los camiones de mudanzas, que salieron cargados de desilusión.
Gustavo Adolfo Lopera Restrepo llevaba tres años en un apartamento de la torre uno, en el que vivía con su esposa.
"Sentí nostalgia, tristeza, es cerrar un capítulo de la vida, pero que lo que quede atrás, quede atrás. Los recuerdos se quedan ahí", comentó y a la pregunta de si volvería, si le dijeran que su propiedad es habitable, respondió: "No se puede volver. A esta obra hay que darle otro tratamiento, es imposible vivir ahí ya".
Y junto a ellos, Santiago Uribe Rocha, el líder incansable que, pese al paso de los días, sigue ayudándoles a sus compañeros de unidad y de tragedia. "Los apartamentos tienen grietas en la mampostería, como los vimos hace 20 días", señaló y detalló que, si bien casi todas las familias de las fases cinco y seis ya acordaron indemnizaciones con CDO, "seguimos al tanto de respuestas a solicitudes de reclamaciones sobre los apartamentos de las torres uno, dos, tres y cuatro, que es donde está la incertidumbre".
En el mismo sentido se pronunció Silvia Londoño, del piso 14 de la torre tres. "La puerta no cerró, está colgada. Termina una etapa de tortura y sigue la otra: que nos respondan económicamente por el valor del apartamento. No sé si la empresa piensa que es posible volver, pero si lo ha pensado, que se vengan los constructores a vivir aquí, porque nosotros no queremos".