El recorrido con una madre que arrastra un coche demuestra que las barreras cierran el camino. Se necesitan andenes con rampas.
Aunque vive en Laureles, uno de los sectores más amables con el peatón y de mejor accesibilidad en la ciudad, Verónica Henao pasa dificultades para movilizarse con sus dos hijos por los andenes y calles de su entorno.
No más al salir de su apartamento, en la Circular 4 con Transversal 74, se topa con el primer obstáculo: en la acera del frente, el dueño del inmueble, para evitar que le parqueen en su casa, puso unas cadenas que si bien impiden que llegue un vehículo, también cortan el paso al peatón.
"Es el primer escollo que encuentro, pero los peores vienen más adelante", comenta, mientras camina junto a su esposo, Roberto Hincapié, y sus dos pequeños, uno de ellos arrastrado en coche, pues aún es bebé.
Proeza al cruzar la avenida
Unos metros más adelante, los andenes, que aparentemente son perfectos, empiezan a mostrar desniveles. Y llega el momento crucial: cruzar la avenida Nutibara, donde el privilegio lo tienen los carros: "siempre tengo que pasar corriendo, los carros van rápido y no dan tiempo".
Verónica admite que su barrio es de andenes amplios y sin muchas fisuras, pero aún así no los siente tan amables: "si eso sufro yo por acá, imagínese en los barrios altos, donde ni siquiera hay aceras", comenta.
En su recorrido hasta la carrera 80, Verónica y su grupo, incluido el perro Oliver, halla otros obstáculos: varias canecas de basura atravesadas que le cierran el paso, una camioneta parqueada invade todo el andén y bloquean su paso, varias aceras en escala, sin rampa, que obligan a su esposo a agacharse a levantar el coche.
En barrios de las comunas populares, el drama es peor. En ellos abundan las calles sin andén y hay que andar por la vía, hay sectores donde las madres deben subir escalas con niños cargados y hasta llevar paquetes y mercados.
La ciudad no las privilegia mucho. Berny Bluman, director de Colombia Accesible, opina que la ciudad no es amable con el peatón en general. Observa que hay aceras discontinuas, sin rampas o con rampas inadecuadas, para personas con dificultades de movilidad.
"Hay normas, pero falta una planeación adecuada y más integral. Se ven rampas muy elevadas, aceras con anchos inadecuados y que se bloquean con mobiliario urbano, como canastillas, parqueaderos y hasta bolsas de basura", comenta Bluman, pero reconoce que se ha avanzado y que aunque hay normas para que los privados hagan construcciones más inclusivas, a veces no se cumplen por falta de buenas interventorías.
Diego Mauricio Echeverri, experto en arquitectura de inclusión, señala que mejorar la accesibilidad para gente que anda en silla de ruedas o en muletas, a la vez beneficia al grueso de peatones, "pero la gente no es consciente de eso".
Y aboga porque la ciudad tenga lo que llama una "cadena de accesibilidad" que incluya aceras, establecimientos, acceso al transporte, a edificios.
La Secretaría de Infraestructura de Medellín, pensando en esas falencias de movilidad, diseñó el plan Andenes de Vida, que hará intervenciones en zonas elegidas por la misma comunidad para garantizar una movilidad más expedita y humana.
"La idea es hacer corredores de vida que dignifiquen al peatón", ha explicado Carlos Borja, responsable de sacar adelante el proyecto.
DICEN DE...
LA FALENCIA SUPERA INVERSIÓN
De acuerdo con el diagnóstico previo al programa de Andenes Para la Vida, en Medellín hay identificados 350.000 metros cuadrados de corredores de aceras que necesitan construirse. Sin embargo la realidad presupuestal sólo permitirá abarcar por ahora el 30 por ciento, es decir, entre 105.000 y 110.000 metros cuadrados de andenes renovados.