Esta semana, con la visita de un vocero de ONU-Hábitat, empieza la socialización del proyecto.
Esta semana debe arribar a Medellín un vocero oficial de ONU-Hábitat para socializar, con la comunidad de Buenos Aires, el proyecto de Renovación Urbana de Ayacucho, denominado Pilar.
Lo que inicialmente era una obra complementaria al Tranvía de Ayacucho, un par vial sobre Bomboná, podría convertirse en un macroproyecto en este sector. Consiste en el reajuste de suelos o terrenos y la planificación del territorio con el concurso de propietarios y ocupantes.
"Se puede decir que es recoger, barajar y repartir de nuevo un suelo de terreno, en beneficio de la ciudad", explica el director del Instituto de Vivienda de Medellín, Diego Restrepo.
Agrega que esta clase de obras se puede aplicar para cualquier tipo de suelo. En este caso se mira que se pueden desarrollar proyectos mixtos, acorde con la vocación y la sana mezcla de usos del suelo.
"Es decir, se conservaría la vocación residencial principal que tiene el barrio Buenos Aires en este sector, pero generando espacios de comercio y servicios amables", explicó Restrepo.
Añadió que "se tiene un imaginario que son las Torres de Bomboná o de Marco Fidel Suárez, realizado por el ICT a finales de los años 70, como modelo de intervención".
Indicó que se parte del gran reto de lograr la unanimidad, pero sabiendo que es difícil lograrla se exige no el 51 por ciento, como la ley lo consigna para el desarrollo de Planes Parciales, sino el 75 por ciento de la voluntad de los propietarios.
Para el 25 por ciento restante se buscaría, en primer lugar, la negociación de inmuebles, y en segundo, utilizar los mecanismos que trae la Ley 388 para la negociación de los bienes en beneficio de la comunidad. Quien los adquirirá será la asociación Gestora y no el Estado, que simplemente lo facilita.
Se visitaron, en dos misiones previas de ONU-Hábitat, diferentes puntos de la ciudad, sectores vulnerables donde se lograran desarrollar los principios del mismo: que fuera incluyente y participativo.
Se identificó la población y su contexto inmediato de unidades económicas, unidades de vivienda y equipamientos, lo que parte de un diagnóstico que permita conocer las características sociales, económicas y culturales de la población que habita en el área de intervención de Ayacucho. De igual manera, sus aspecto históricos, la posición estratégica de la comuna 9 en el Valle del Aburrá, los indicadores de desarrollo humano, donde se observó, para el caso de la comuna 9, que esta ha venido decayendo paulatinamente.
Esto significa la necesidad de que la Administración Municipal implemente acciones estratégicas que posibiliten a las comunidades oportunidades para el mejoramiento de sus condiciones y niveles de vida, para que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) no siga su paulatino descenso.
Igualmente, que el impacto de la obra pública del Tranvía de Ayacucho sea mínimo, y por el contrario, no se hable de afectados sino de beneficiarios.
En conclusión, para Restrepo, la alianza entre el sector público, el privado y la comunidad no ha funcionado y lo que se pretende es que se mire a la comunidad: propietarios, poseedores y tenedores, como actores fundamentales en la renovación urbana, para que esta no produzca desplazamientos, sino inclusión y participación no solo entregando un inmueble o unos rendimientos económicos, sino haciéndolos partícipes de lo que se construirá.
En Naranjal ya se aplica
Aunque se dice que en el mundo solo se conoce de cuatro Proyectos de Reajuste de Tierras, la gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano (EDÚ), Margarita María Ángel, precisa que este modelo ya se está aplicando en el proyecto de renovación urbana de el sector de Naranjal.
"Por ejemplo, el 60 por ciento de la tierra de Naranjal la pusieron los propietarios de la unidad para hacer el proyecto, contra locales comerciales y apartamentos del proyecto", explica la señora Ángel.
Frente a las utilidades o rentabilidad que recibirán, precisa que si la tierra vale 100 pesos, y ellos pusieron 60 pesos, se les devuelve en locales comerciales o en apartamentos y los que no quieren participar se les paga la tierra.
"La fiducia también permite que el propietario sea socio del proyecto, es decir, que entregue la tierra buscando la rentabilidad", anota.
Frente a este tema, líderes de la comunidad que prefieren que no se les dé a conocer su nombre, manifiestan que aún no tienen el conocimiento real, pues inicialmente se les había hablado solo de un par vial en Bomboná y ahora se pone sobre la mesa un gran macroproyecto que debe ser bien estudiado y socializado.
CLAVES
LO QUE SE QUIERE CON LA COMUNIDAD
1- Identificar las percepciones de la población de impactos ambientales, urbanísticos y socieconómicos.
2- Establecer mecanismos de diálogo para eliminar, mitigar y/o compensar posibles conflictos.
3- Propender a que la diversidad de opiniones tenga canales de expresión en las instancias de participación.
4- Informar sobre cambios significativos en su diseño e implementación: beneficios, impactos y riesgos.