El amor de hermana y el presentimiento que todo terminaría bien le ayudó a Beatriz Avendaño a soportar la incertidumbre por la ausencia de Juan David.
Fueron 120 horas en las que, solo con la oración y la fe, mantuvo vivas las esperanzas de abrazar junto a su madre, Fanny Avendaño, de nuevo a Juan David, desaparecido en extrañas circunstancias en la tarde del pasado jueves 2 de mayo en Envigado. La compañía de amigos y familiares le ayudó a mitigar la tristeza.
"Fueron días muy difíciles, de mucha angustia por lo que pudiera haber pasado. Juan David no es una persona viciosa o que acostumbre a quedarse en la calle. Es muy juicioso y por eso desde el día que se extravió nos preocupamos mucho", narró la hermana con una respiración entrecortada que denotaba alegría.
Juan David Torres Avendaño, de 25 años y a punto de lograr su título como chef, había salido de su casa el jueves a las 5:30 de la tarde rumbo a la heladería de su abuela, lugar donde trabaja. Luego nadie sabe qué pasó.
La falta de comunicación, la ausencia de noticias y la poca información que tenían los amigos del joven hicieron que se alertara a las autoridades por su desaparición. La preocupación invadió a la familia.
Fe y alegría
La zozobra reinaba en el hogar Torres Avendaño. Las llamadas sobre una posible ubicación de Juan David no tenían final feliz. Cada hora que pasaba era vivir aferrados a la fe, pero con las dudas sobre su paradero.
Beatriz, enfermera de profesión, dice que sus ruegos fueron escuchadas por una fuerza superior. Cree que las plegarias y la esperanza contribuyeron para que al mediodía de este martes el teléfono sonara y le entregarán la que podría ser la mejor noticia que haya recibido la familia.
Deambulando a orillas del río Cauca, cerca a La Pintada y en la vía que conduce a Pereira, sin zapatos, sin camisa y sin documentos, fue hallado un joven que caminaba con la mirada perdida. Un hombre, que había escuchado la información sobre la desaparición de Juan David, logró comunicarse con una persona cercana a Beatriz y dar señales exactas de la persona que tenía a su lado y quien podría ser el joven.
"Con la esperanza de que fuera él nos fuimos a buscarlo y en un estadero, al borde de la carretera, lo encontramos parado, con la vista perdida y en precarias condiciones", contó la hermana del joven.
Eran las 5:00 de la tarde del martes, 7 de mayo. Tras realizarle un chequeo rápido en el lugar, la hermana emprendió el viaje de regreso con Juan David y una sonrisa en su cara. Deshidratado y visiblemente quemado por el sol, el muchacho fue internado de inmediato en un establecimiento hospitalario en el que le realizaron los chequeos necesarios para establecer su condición de salud. Los primeros indicios, según los médicos que lo atendieron, señalan que Juan David pudo ser víctima de un ataque con escopolamina.
La familia descansa tranquila luego de largas noches de insomnio y búsqueda desesperada y por eso "agradecemos a todas las personas que de corazón estuvieron en este momento. No hay palabras para expresar las gracias por las oraciones y la preocupación", dijo Beatriz, feliz por reencontrarse con su hermano.
Juan David dormirá largas horas mientras recupera la fuerza física y la memoria tras la penosa experiencia. Seguro pocos recuerdos le quedarán de ese momento, pero sí tendrá el cariño y la compañía de las personas que se preocuparon por él durante las 120 horas de incertidumbre.