Los brujos que tanto consultaba para que lo guiaran en sus labores al margen de la ley, comenzaron a fallarle en los últimos siete meses a Franciso José Morelo Peñata, alias "el Negro Sarley".
El primer síntoma de que las fuerzas del más allá le voltearon la cara sucedió el 23 de agosto de 2012, en el municipio de San Pedro de Urabá.
Allí la Dijín capturó a su hermanastro José Alejandro Morelo Palacio, apodado "el Loco" o "Camilo", a quien le había encomendado la misión de expandir el poderío de la banda "los Urabeños" en el Valle del Cauca, a través de enlaces en la localidad de Jamundí.
Este familiar y hombre de confianza lo acompañó desde sus inicios en la guerra, hace unos 20 años, cuando "Sarley" recorría las selvas del Chocó defendiendo los ideales guerrilleros del Ejército Popular de Liberación (Epl). En tales huestes conoció a quienes más adelante serían sus socios en "los Urabeños": "Otoniel", "Giovanny" y "Marcos Gavilán".
En 1991 abandonó al grupo subversivo y rápidamente ingresó a las filas del bando contrario: los paramilitares, a órdenes del clan Castaño Gil. Lo enviaron al Valle, como cabecilla del frente Yumbo, una estructura anexa al bloque Calima.
A través del hurto de hidrocarburos y el ejercicio del terror, "Sarley" se hizo temible en la zona. De esa época le quedó un proceso penal pendiente: la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía lo acusó por el asesinato de un adolescente (1 de junio de 2003), en el barrio Carlos Guzmán del municipio de Puerto Tejada (Cauca). La acusación incluye al comandante Vicente Castaño Gil (hoy desaparecido), por línea de mando.
En 2004 se desmovilizó de las Autodefensas, afirmando ser ideólogo del bloque, de acuerdo con los registros de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía. Pese a esto, Morelo Peñata continuó en las lides de la delincuencia y en 2008 ingresó a la cúpula de "los Urabeños", la banda criminal más poderosa del país.
Recibió una pistola FiveSeven o "matapolicías", de las que solo poseen en Colombia los villanos de más alto perfil, y la misión de articular las finanzas de la organización. Su experiencia en ese campo, ganada a pulso con la guerrilla y los paramilitares, y el apoyo de los brujos, le sirvieron para ascender hasta el estado mayor del grupo que hoy tiene influencia en 17 departamentos y redes de narcotráfico y comercio de armas en el extranjero.
"A él le gustaba mucho la santería, consultaba cada vez que iba a hacer 'vueltas' grandes", cuenta un investigador judicial.
La caída
El 30 de octubre del año pasado fue capturado en Argentina uno de los presuntos líderes de la facción, Henry de Jesús López Londoño, alias "Mi Sangre". En consecuencia, las responsabilidades financieras y el poderío de "Sarley" aumentaron, así como el interés de las autoridades en su arresto. La Policía ofreció 1.200 millones de pesos por él y le tocó reducir al máximo sus comunicaciones, transportándose a lomo de mula por las cumbres de Urabá, según el relato de Juan Carlos Pinzón, el ministro de Defensa.
Los investigadores lograron rastrear a algunos hechiceros y parasicólogos que barajaban el tarot para que Morelo Peñata eludiera a los uniformados en Antioquia, Córdoba y Chocó. El cerco siguió creciendo y el pasado 19 de abril le dieron un certero golpe a su infraestructura logística.
La Dirección Antinarcóticos le allanó un predio rural en la vereda Punta Piedra del municipio de Turbo, el cual funcionaba como centro de acopio y distribución de la cocaína. Le decomisaron tres fusiles, municiones y tres toneladas del alcaloide, una pérdida cercana a los 75 millones de dólares.
La mala suerte llegó a su punto crítico a las 5:30 a.m. de este miércoles, cuando varios comandos Jungla de la Policía fueron descargados por un helicóptero en el monte de Turbo, guiados por funcionarios de la Dirección de Inteligencia.
"Sabíamos que se movía en yegua y tenía como unas seis fincas, por las que se movía constantemente", narra uno de los agentes que le siguió el rastro.
En un sector llamado La Pita, los comandos lo sorprendieron. Junto a un escolta se defendió a bala, pero la santería no lo protegió y perdió la vida. En el procedimiento fue detenido el guardaespaldas e incautadas cuatro armas, entre ellas la pistola FiveSeven de fabricación belga que certificaba su calidad de patrón.
Dejó un puesto vacío en el estado mayor de "los Urabeños", en cuyo trono están sentados su cuñado "Otoniel", "Marcos Gavilán", "Pipón" y "Cero Siete". A ellos, tal cual prometió el director de la Policía, general José Riaño, también les llegará su hora.
El primer síntoma de que las fuerzas del más allá le voltearon la cara sucedió el 23 de agosto de 2012, en el municipio de San Pedro de Urabá.
Allí la Dijín capturó a su hermanastro José Alejandro Morelo Palacio, apodado "el Loco" o "Camilo", a quien le había encomendado la misión de expandir el poderío de la banda "los Urabeños" en el Valle del Cauca, a través de enlaces en la localidad de Jamundí.
Este familiar y hombre de confianza lo acompañó desde sus inicios en la guerra, hace unos 20 años, cuando "Sarley" recorría las selvas del Chocó defendiendo los ideales guerrilleros del Ejército Popular de Liberación (Epl). En tales huestes conoció a quienes más adelante serían sus socios en "los Urabeños": "Otoniel", "Giovanny" y "Marcos Gavilán".
En 1991 abandonó al grupo subversivo y rápidamente ingresó a las filas del bando contrario: los paramilitares, a órdenes del clan Castaño Gil. Lo enviaron al Valle, como cabecilla del frente Yumbo, una estructura anexa al bloque Calima.
A través del hurto de hidrocarburos y el ejercicio del terror, "Sarley" se hizo temible en la zona. De esa época le quedó un proceso penal pendiente: la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía lo acusó por el asesinato de un adolescente (1 de junio de 2003), en el barrio Carlos Guzmán del municipio de Puerto Tejada (Cauca). La acusación incluye al comandante Vicente Castaño Gil (hoy desaparecido), por línea de mando.
En 2004 se desmovilizó de las Autodefensas, afirmando ser ideólogo del bloque, de acuerdo con los registros de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía. Pese a esto, Morelo Peñata continuó en las lides de la delincuencia y en 2008 ingresó a la cúpula de "los Urabeños", la banda criminal más poderosa del país.
Recibió una pistola FiveSeven o "matapolicías", de las que solo poseen en Colombia los villanos de más alto perfil, y la misión de articular las finanzas de la organización. Su experiencia en ese campo, ganada a pulso con la guerrilla y los paramilitares, y el apoyo de los brujos, le sirvieron para ascender hasta el estado mayor del grupo que hoy tiene influencia en 17 departamentos y redes de narcotráfico y comercio de armas en el extranjero.
"A él le gustaba mucho la santería, consultaba cada vez que iba a hacer 'vueltas' grandes", cuenta un investigador judicial.
La caída
El 30 de octubre del año pasado fue capturado en Argentina uno de los presuntos líderes de la facción, Henry de Jesús López Londoño, alias "Mi Sangre". En consecuencia, las responsabilidades financieras y el poderío de "Sarley" aumentaron, así como el interés de las autoridades en su arresto. La Policía ofreció 1.200 millones de pesos por él y le tocó reducir al máximo sus comunicaciones, transportándose a lomo de mula por las cumbres de Urabá, según el relato de Juan Carlos Pinzón, el ministro de Defensa.
Los investigadores lograron rastrear a algunos hechiceros y parasicólogos que barajaban el tarot para que Morelo Peñata eludiera a los uniformados en Antioquia, Córdoba y Chocó. El cerco siguió creciendo y el pasado 19 de abril le dieron un certero golpe a su infraestructura logística.
La Dirección Antinarcóticos le allanó un predio rural en la vereda Punta Piedra del municipio de Turbo, el cual funcionaba como centro de acopio y distribución de la cocaína. Le decomisaron tres fusiles, municiones y tres toneladas del alcaloide, una pérdida cercana a los 75 millones de dólares.
La mala suerte llegó a su punto crítico a las 5:30 a.m. de este miércoles, cuando varios comandos Jungla de la Policía fueron descargados por un helicóptero en el monte de Turbo, guiados por funcionarios de la Dirección de Inteligencia.
"Sabíamos que se movía en yegua y tenía como unas seis fincas, por las que se movía constantemente", narra uno de los agentes que le siguió el rastro.
En un sector llamado La Pita, los comandos lo sorprendieron. Junto a un escolta se defendió a bala, pero la santería no lo protegió y perdió la vida. En el procedimiento fue detenido el guardaespaldas e incautadas cuatro armas, entre ellas la pistola FiveSeven de fabricación belga que certificaba su calidad de patrón.
Dejó un puesto vacío en el estado mayor de "los Urabeños", en cuyo trono están sentados su cuñado "Otoniel", "Marcos Gavilán", "Pipón" y "Cero Siete". A ellos, tal cual prometió el director de la Policía, general José Riaño, también les llegará su hora.