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El río no devuelve a Valeria y a su padre

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EL AVANZADO ESTADO de deterioro del Puente de Occidente fue la trampa mortal en la que desaparecieron un profesor y su hija. Sigue la búsqueda, mientras autoridades debaten su responsabilidad frente al mantenimiento.
En cuclillas y con su mano empuñada en su rostro, como conteniendo la rabia y la desesperanza, Luceni Restrepo no apartaba sus ojos del hueco en el puente por el que se fue a las aguas del Cauca lo que más quería: su esposo Elkin Mario Castaño García y su hija Valeria, de 8 años de edad.

A las 11:20 de la mañana de ayer, Maribel llegó de nuevo al sitio donde el día anterior todo era alegría por conocer el famoso Puente de Occidente José María Villa, destino final del paseo familiar que los llevaría luego a la vereda El Tostado, del corregimiento Altamira, de Betulia.

Tras las rejas y el candado con el que amaneció el pasadizo peatonal del puente después de la tragedia, Luceni murmuraba una jerigonza de amargura mientras miraba una y otra vez el maldito hueco que dejaron las cuatro tablas que se rompieron cuando Elkin Mario pasaba con su hija entre sus brazos, a las 5:30 de la tarde.

Cómo sucedió
Atrás del papá y su niña, iba su amigo y colega Aníbal Betancur Bolívar, profesor del Centro Rural Integrado del Tostado, quien se salvó de milagro pues detuvo su camino para tomarse una foto. Antes, había pasado el grueso del paseo compuesto por 58 personas, entre ellos 25 niños y 23 adultos de cinco familias. La niña venía en los brazos de su padre porque se había quedado dormida en las bancas de la escalera.

Cuenta Aníbal que habían caminado 20 metros desde cuando ingresaron al pasadizo peatonal cuando sintió el traquido de una tabla resquebrajada, y tras ese fatídico sonido vinieron otros tres, y luego la imagen de las tablas cayendo al vacío con el padre y la hija.

"Eso no dio tiempo de nada, los dos cayeron junticos al agua. Me devolví corriendo con la gente que estaba detrás de mí, gritábamos como locos mientras veíamos como Elkin Mario, braceaba y sacaba la cabeza en un acto desesperado por salvar a su hija, pero en cuestión de segundos los perdimos de vista, pues el río venía muy crecido", relata Aníbal en tono dramático.

Antes de que llegaran los Bomberos y la Policía de Santa Fe de Antioquia, dos canoeros que pescan de vez en cuando en la zona, se tiraron con flotador a socorrer a las víctimas, pero fue infructuoso, pues con la caída de la noche se desvanecieron las esperanzas de hallarlos con vida.

Los organismos de socorro se embarcaron ayer, en un barco turístico que se mantiene al lado del puente, río abajo en busca de los cuerpos o de alguna señal de vida.

Desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde, los bomberos voluntarios de Santa Fe y Liborina, acompañados de policías y baquianos de la zona, se desplazaron más abajo de Olaya, rastreando ambas orillas, los remansos y palizadas sin resultado. Y alertaron a los pescadores y buscadores de oro que trabajan en las riberas para que dieran aviso ante cualquier novedad.

Tragedia anunciada
Lo triste de esta tragedia es que estaba anunciada desde finales del año pasado cuando medios locales y este diario alertaron sobre el peligro que representaba transitar por los pasadizos peatonales del puente. Cuanto turista llegaba a la estructura, no podía creer que este monumento nacional con más de 100 años de historia se estuviera cayendo a pedacitos, ya que a lo largo de toda su estructura se observan tablas carcomidas y cuarteadas por el agua y el Sol y varios pasamanos resquebrajados y al aire.

Tanto fue la preocupación de los vecinos del puente, que en abril de este año los venteros hicieron una colecta y cambiaron los tablones más malos del carril central.

Días después la Secretaría de Infraestructura Física de la Gobernación, anunció un contrato de mantenimiento (ver recuadro).

Desde entonces se han cambiado unos 300 tablones del pasadizo central, dejando de lado los dos carriles peatonales, uno de los cuales fue cerrado hace varios meses porque a lo largo del viaducto falta un número considerable de tablas.
Implicaciones
Autoridades hablan de su responsabilidad
La Gobernación responsabilizó al Municipio de Santa Fe de Antioquia por las obras que se ejecutan en el Puente de Occidente desde hace 9 meses, las cuales hacen parte de un contrato celebrado con la Secretaría de Infraestructura Física para el mantenimiento, por valor de 323 millones de pesos.

La Alcaldía de Santa Fe de Antioquia dijo, en comunicado, que "da traslado a las instancias judiciales y administrativas para que determinen la responsabilidad de los hechos". Y recordó que por ser el puente un monumento nacional, el Ministerio de Cultura delegó en el Departamento su supervisión y vigilancia. Agregó que se solicitará el cierre definitivo de la estructura "hasta tanto una comisión técnica de alto nivel determine el estado de transitabilidad" que garantice su seguridad.

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