Por matar a un pasajero, un sicario dejó a este taxista en silla de ruedas.
Si no fuera por las tres palancas con las que Deison Ignacio Pareja Giraldo domina su vehículo, a los pasajeros les dificultaría enterarse de que al volante del taxi va un hombre discapacitado, víctima de la violencia.
Llama la atención la forma prudente como conduce, su amabilidad, sus historias de optimismo y la agilidad para manipular el micrófono del radio de comunicaciones, los frenos, el acelerador y los cambios.
Hablar con este taxista, de 31 años, es toda una lección de vida porque sueña, por medio de su trabajo como taxista, ser un microempresario del transporte y conformar un hogar.
Siempre en su mente lleva la fecha del 5 de julio de 2009, a las 4:30 de la mañana, cuando, después de recoger a un hombre en el barrio Calatrava, de Itagüí, hacia El Tablazo, frente a un centro de salud, el pasajero le pidió que se detuviera, que necesitaba hablar con un joven en ese sitio.
"El muchacho, cuando lo vio, sacó una pistola y le disparó dentro del carro. Traté de salir del sitio y el tipo volvió y accionó su arma. Una bala pasó la maleta y el sillín del taxi y me atravesó la quinta vértebra torácica. Mis piernas no funcionaron más, no pude frenar el carro que rodó sin control dos cuadras y con cambios lo dominé, lo apagué y no sé cómo me tiré a la acera. Le dije al pasajero que por él me habían herido. Él, que también salió del vehículo, sólo atinó a decir que lo habían matado y se murió. A los 20 minutos llegó la Policía y me llevó a la clínica", recuerda.
Creyó acabado su proyecto de vida, porque pagaba el carro y conseguía recursos para una casa de interés social.
Luego vinieron las clínicas, la operaciones, tres años de costosas terapias y hasta una tutela, pero también tuvo el apoyo de sus padres, sus tres hermanas, tíos y de su novia que nunca lo abandonó.
Luego del ataque, la deuda también lo consumía y consiguió conductor y así el carro se fue deteriorando por choques y descuido.
A Deison no le quedó otra alternativa que volver al volante, actividad que lleva en sus venas desde hace 11 años cuando se inició en Cali.
Tuvo que ir a un taller en Itagüí, donde expertos, por 600 mil pesos, le acondicionaron el taxi. Hace un año le entregaron su apartamento en San Antonio de Prado, donde vive su compañera y aún lo paga. Él todavía no lo ocupa porque es un cuarto piso sin ascensor y le queda difícil el acceso, por eso espera idearse un mecanismo que le facilite el ascenso.
A casi todos los pasajeros les gusta viajar con él, pero se presentan casos de personas que llaman otro taxi en el que el conductor les ayude a subir los paquetes.
Deison Ignacio no guarda rencores, ya pagó su taxi y ahora se mueve en torno a la idea de coseguir otro vehículo y conformar un hogar.
OPINIONES
ES MUY SOLICITADO POR LOS CLIENTES
Liliana Acevedo
Operadora de Tax Sabaneta
El conductor del móvil 614 lleva como siete meses con nosotros y los buscan mucho los usuarios. Es una persona muy cortés y muy cordial, es de entera confianza para nuestros clientes.
Jorge Eliécer Vargas
Taxista
Deison es una excelente persona que a pesar de su discapacidad maneja muy bien. Cuando uno lo ve cree que es un taxista normal por la forma como maneja esas palancas que le pusieron a su taxi.